Litofanias

El enojo y la locura son hermanos. (Proverbio africano)

Son bonitas y su luz resulta agradable y cálida. Se comenzaron a fabricar a finales del siglo XVIII, principios del siglo XIX en Francia y Alemania; y de ahí pasaron a toda Europa. En un principio las litofanias -no confundir con las litografías- se fabricaron en porcelana muy fina buscando las transparencia. El proceso era sencillo pero muy delicado por la facilidad con que se rompían. Sobre un molde en relieve de cera, con las imágenes a reproducir, se elaboraba una porcelana lo más fina posible para que la luz central pasara a través de ella.

Las primeras fueron simples láminas que formando un cubo eran iluminadas por una vela central. Posteriormente se elaboraron a colores y las imágenes ganaron en precisión y simpatía, aunque pienso que su verdadera belleza reside en la sencillez originaria. Su uso era para adorno y lámparas de mesa. En la actualidad su uso se ha ampliado al de lámpara de techo y objetos decorativos.

Dependiendo de los grosores de la porcelana la luz pasa con más o menos intensidad reproduciendo las imágenes con volumen creando un efecto fotográfico. Posteriormente se hicieron en cristal tallado y en la actualidad son fáciles de hacer si se tiene un sencillo ploter de 3D. En Internet se vende todo lo necesario para que uno mismo se lo haga en casa con metacrilato, aunque ni el resultado ni el efecto es el mismo; pero, eso sí, son más duraderas y resistentes.

Las antiguas tienen un mercado reducido al del coleccionismo y una sencilla, en buen estado, se puede vender a partir de 600 euros. Como en todo lo antiguo, el precio varía en función del capricho. Hoy se las conoce como lámparas y muy pocas personas las llama por su nombre original.