Revista Cine

Llama(da) olímpica

Publicado el 13 agosto 2011 por Alfonso

Envueltas en llamas y sirenas las últimas noches en el reino de la colorida Elizabeth II, el toryto Cameron dice que los padres británicos no han sabido educar a sus hijos, quitando así toda la responsabilidad a los profesores y educadores, al Estado, dando la razón a quienes opinan que el periodo escolar sólo sirve para entretener y sujetar a los muchachos mientras alcanzan la edad productiva. Sirva el mismo comentario para las mujeres, por supuesto, añadiéndose además el deber de albergar en sus entrañas nueva carne fresca.
Desconoce el toryto Cameron, y muchos otros prohombres educados en Eaton y similares, que lo que su juventud hace no es otra cosa que no quedarse atrás, no entrar en el futuro sin una pantalla de leds, una camiseta de estampado exclusivo o un acumulador de bibliotecas en tamaño de bolsillo. Saqueos llevados a cabo lo mismo por inmigrantes de tez oscura que niñas de familia bien, seamos justos, que para qué pagar si las nuevas, y muy baratas, zapatillas casi vuelan y no hay policía para tanta gente. Desconoce que siguen los muchachos al pie de la letra el sonido de su tiempo, en el caso de los londinenses el de los doce meses que faltan para que los gladiadores del mundo libre y en paz muestren su fortaleza y destreza en los XXX JJOO (en realidad son los vigesimo séptimos que se celebraran: cosa de las guerras y las matemáticas, que hasta en estas nimiedades engañan los poderosos). Son tan sumisos y aplicados esos cachorros, y los de Birmingham, Liverpool, Bristol, Leeds... que cuando escucharon la canción elegida por la BBC para concienciar al ciudadano de a pie sobre el evento deportivo del próximo año, estos prestaron atención a su letra y despertaron: London calling to the faraway towns / Now that war is declared - and the battle come down (London llama a las ciudades lejanas / Ahora que la guerra se ha declarado y la batalla ha comenzado). En efecto, London calling, uno de los himnos más incendiarios que firmaron Strummer y Jones para los imprescindibles The Clash. Y es que en tiempos de crisis nada de encargos, mejor echar mano de los clásicos.



Es tan popular la canción en las islas británicas que parece ser que nadie había reparado en la letra, el mensaje, que se había pasado por alto la llamada desesperada y guerrillera, que en tiempos del ese-eme-ese nadie iba a descifrar el SOS en código morse del final de los poco más de tres minutos de la soflama revolucionaria. Utilizar canción tan abrasadora como señal para llamar a los pueblos a dejar de lado sus diferencias y hermanarse bajo el sacrificio y el espíritu deportivos no es propio de mente en su sano juicio. A la BBC se le presuponía sentido común. Claro que a lo mejor no fue una decisión tan a la ligera: sus presentadores de noticieros son de los pocos que utilizan el termino Basque separatiste cuando se refieren a un terrorista de ETA. (Por cierto, en el dial Lloret del Mar no suena el tema en cuestión, el que abría y daba título a la biblia del rock en 18+1 poemas, London calling, el álbum definitivo, ese con Paul Simonon destrozando el bajo y la caligrafía homenajeando a Elvis en la portada, mítico desde su presentación en las tiendas -¡álbum doble al precio de sencillo!- a finales de 1979, de sombra tan alargada que algún avispado redactor musical no dudo en calificarlo como la obra musical más importante de la década... ¡de 1980! No, no suena London calling, sino Spanish bombs, canción soñada en spanglish para remover la conciencia del bebedor con la tricolor por bandera.)
En realidad tiene suerte Cameron: allí siguen con la oreja pegada a la BBC y si ven los programas de televisión de esa cadena igual hasta se hacen seguidores de alguna de sus series, esas que tanto prestigio dan y reciben. Como The Hour que. en seis capítulos ambientados en torno a un plató de televisión, muestra entre sus muchas agradables sorpresas las de reencontrarnos con Dominic West, el inolvidable McNulty de The wire. En España la calidad de la programación televisiva es tan nefasta que la gente pensó que llegada la primavera sería mucho mejor cambiar el sofá por las plazas, aunque las cosas resultaron menos reprobables y violentas, tal vez porque los manifestantes sabían que las farmacias y hospitales de medio país funcionaban con la cajas vacías y no era cuestión de dejar en mínimos los botiquines: venía el verano, con sus medusas, sus perros escapados de las fincas, sus mosquitos y otras animaladas.
Algo se mueve en tierras hebreas, árabes, británicas, griegas, españolas. Tal vez es que los hombres del mañana están cansados de los mercados, la Crisis, los políticos, el mundo heredado. Y como en todo habrá justos y aprovehados, utópicos y ladrones, pero puestos a levantar la voz, el puño, la antorcha de las libertades, hacerlo con el fondo de The Clash tampoco está tan mal: After all this, won't you give me a smile? (Después de todo esto, ¿no me vas a sonreir?).

LLAMA(DA) OLÍMPICA
The Hour

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