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Llámeme Eusebio… (La Asesina del Pollo)

Publicado el 11 julio 2013 por Bypils @bypils

 

eusebio

El anuncio, en la voz rasposa del Policía, me permite prepararme. Agradezco que la puerta aún esté cerrada, como una muralla entre nosotros dos, porque cuando he oído:” -. Soy el inspector Eusebio Flórez. Traigo noticias”, mi corazón se ha desbocado, me ha dado un tic en el ojo y creo, sólo creo, que mi cara ha dibujado una mueca grotesca.

Hago un rápido examen del entorno. Todo está bien. Aún voy vestida con el traje de viuda serena con el que me he presentado en la Pollería para despedir a Saray. Es un traje chaqueta, entallado,  de color negro . Al llegar a casa, me he sacado la americana, y me he quedado con la fina blusa de seda color marfil que llevaba debajo. Es adecuado. Me desabrocho un par de botones. Atisbo mi precioso sujetador de encaje, color visón…

Inspiro, expiro y abro la puerta.

Mi rostro permanece sereno pero mis ojos, entrecerrados, denotan tristeza. Están rojos y brillantes. Como hartos de llorar. Rebosando el lloro…Antes de abrir, me he frotado las manos con el espray de pimienta que me compré en un viaje a Estados Unidos y me he pasado la mano por la cara… Truquito de Asesina en Serie…

-   Inspector Flórez- le digo tendiéndole la mano, flácida y sin fuerza.- Pase, por favor.

Eusebio Flórez entra y se desliza en mi casa. Al pasar por mi lado, lo miro desde arriba. El Inspector es bastante más bajo que yo. Su nariz llega a la altura de mi cuello, más o menos. Pienso que eso lo puede incomodar y me doy cuenta que llevo mis tacones, esos que me hacen sentir poderosa. No. No. No me debe ver “poderosa”.

Lo conduzco al salón y me disculpo. : He llegado hace poco y no me ha dado tiempo de sacarme estos zapatos, Inspector. Los tacones me están matando. ¿Me disculpa un momento?- Mientras me pongo mis zapatillas, las del pom pom rosa ridículo que me regaló el charcutero, hago una revisión mental de lo que hay en el salón. La correspondencia, el abre-cartas… Nada es peligroso.

- Inspector Flórez- le digo al entrar , de nuevo, en el salón.

- Llámeme Eusebio, por favor.

- Eusebio.Espero que me traiga buenas noticias. Estoy muy necesitada de buenas noticias. ¿Han encontrado a mi marido? ¿Está bien? ¿Dónde está? Hay un montón de cosas de las que se ocupaba y estoy perdida sin él. Dígame, ¿Está bien, verdad? ¿Verdad?

Mientras vertía mi torrente de preguntas sobre él, me he ido acercando. Eusebio Flórez, se ha levantado de la butaca en la que me esperaba y ha quedado, ya nivelado por las zapatillas, a la altura de mi canalillo.  Ahora, con los ojos brillantes y mis preguntas desesperadas, casi estoy violando su nariz. Se remueve incómodo y da un paso para atrás. Yo, uno para delante. Espero expectante a que vuelva a alejarse. Eso no sería buena señal. Tendría que descartar todas mis armas de mujer pero…no se retrae. Me coge por los hombros, alza la cabeza para mirarme a los ojos y me dice que me tranquilice.

- Siéntese, por favor.- Creo que está un poco alterado. Sólo un poco, por eso. Me siento y me tapo el rostro con las manos y dejo caer mi cabeza hacia delante. Sé que la visión de mi escote, cuando levante mi mirada, será perfecta.- Lo primero, ¿Cómo se encuentra? Hoy he hablado con su médico para saber si podría recibirme. Ya me entiende, por lo de su estado mental. En fin, tenía que hacerle unas preguntas. Sé que duele. Ya me ha dicho que está muy frágil. Lo siento. De verdad pero… debo hacer mi trabajo.

Menos mal que tenía el rostro tapado cuando me ha dicho que había hablado con mi médico. ¡Mi médico! El único que sabía de mi internamiento en Las Tuercas…

-¿Se acuerda de María Chumba?

­¿María Chumba?- Finjo prestarle atención. ¡Claro que sé quién es María Chumba! La Mari, la mujer de Paco. Me hago la tonta- ¿Chumba?

-Sí, María Chumba. La Mari. La mujer de Paco Conselo, el que había sido director de la oficina bancaria de la Calle Cervantes.

-Ah! La Mari. Claro que me acuerdo de ella pero…¿Qué tiene que ver con mi marido? No me irá a decir que está con La Mari. No me lo creo. No me lo puedo creer. ¿La Mari?- Ahora hago ver que estoy desconcertada. Esta expresión me sale muy bien, por cierto.

-No, su marido no está con María Chumba. Siento decirle que no lo hemos encontrado pero…- hace una pausa que yo sé que es para darle teatralidad al asunto-…tenemos una pista.

-¿Una pista? ¿Qué pista, Inspector Flórez?-Siento un miedo terrible. ¿Este tío me va a pillar a las primeras de cambio? ¿Sin ser Asesina en serie?. Mis ojos detectan el abre-cartas de plata, afilado. No sé por qué pienso en eso ahora…

-Ya le he dicho que me puede llamar Eusebio. Sí, tenemos una pista y creo que buena…-Se acerca a mí – María Chumba ha denunciado la desaparición de su marido. Hace ya cuatro días que no sabe nada de él.

-¿Paco? ¿Paco ha desaparecido? ¿Y que tiene eso que ver con mi marido? Espere! ¿Están juntos? ¿Se han ido a algún sitio juntos?- No le dejo responder. Yo sé dónde están Paco y el Charcutero. En este momento, ya procesados y defecados por los cerdos pero… debo actuar y hacer de mujer desquiciada, atormentada por la ausencia de su marido y esperando, desesperada, su vuelta. Sigo el rollo, en plan poseída- Paco, Paco. Como no pensé en él. ¡Sí! Se iban de juerga juntos. Eran amigos desde el Instituto.- Eusebio  Flórez me interrumpe. Percibo que su paciencia se está agotando pero también observo que su mirada se dirige a la puntilla de mi sujetador…No está todo perdido.

-No, no. Ya le he dicho que no hemos localizado a su marido. Paco Conselo había recibido llamadas de su marido, unos días antes de su desaparición. Tenemos los registros del móvil y la copia de los mensajes que le dejó .Realmente, son amenazas. Y muy duras, la verdad. En uno de ellos, le dice que lo va a matar y se lo va dar de comer a los cerdos. El Sr. Conselo fue a Comisaria a poner una denuncia pero, al final, desistió. Hemos descubierto que su marido invirtió una gran cantidad de dinero en Preferentes. Ya sabrá lo que ha pasado con eso. Ni un duro. Una estafa. Entonces, desaparece su marido y también Paco Conselo.¿ Sabía algo de las Preferentes? ¿De las amenazas?

- No! Me he enterado ahora, arreglando papeles. Estas cosas las llevaba mi marido y…Paco… No, hace mucho tiempo que no sabía nada de él. Ni le había oído comentar nada a mi esposo…Creo que no lo puedo ayudar. -No sé por qué pero esto no me gusta nada. Hay algo en su tono de voz que me pone en alerta- Y…¿Ud cree que estas desapariciones están relacionadas?-

-No sé qué creer. Todo son hipótesis. Y tengo otra. Otra diferentes y…es aún más descabellada pero no por eso debo obviarla. Es…Saray.

-¿Saray?-

-Su pareja , también ha desaparecido.

Me sorprendo y no tengo que disimular que me sorprendo porque me sorprendo de verdad. ¿Saray? Rememoro la escena de hace pocas horas, en el Mercado. Saray llorando, gritando que el borracho ese la había abandonado. Se lo comento al Inspector. No omito nada, sé que a estas horas,  lo que ha ocurrido en la Pollería es vox populi en todo el barrio.

-Cuando uno “abandona”, no se deja en casa el móvil, la cartera, el DNI, el dinero y …las drogas. La madre del chico nos ha llamado esta mañana. Está muy preocupada. Le iba a prestar dinero y no ha ido a recogerlo. Demasiadas desapariciones de gente del barrio, ¿No le parece?

Me gustaría decirle lo que de verdad me parece. Me parece que ese tipo, el novio de Saray, estará durmiendo la mona, en cualquier antro de mala muerte. También le diría que me parece que me van a salir unos jamones muy especiales esta temporada y que estaré encantada de regalarle uno por Navidad. Le diría que me parece un tipo bajito y tonto.

-Me parece que es muy raro, Eusebio. Y, mire, todo esto me  está empezando a dar miedo. Mucho miedo- Sollozo y vuelvo a tapar mi rostro con las manos. Aún hay restos del espray de pimienta . La blusa se me abre un poco más. Me dejo abrazar por el Inspector Eusebio Flórez que, muy galantemente, me consuela .

-Tranquila, mujer. Ya verá como todo se arreglará. Encontraremos a su marido. Sabremos qué es lo que ha pasado. No lo dude. Confíe en el Cuerpo de Policía.- Oigo la palabra “Cuerpo” y casi me atraganto de la risa. Me abandono en sus brazos. Me quedo como desmayada, para que tenga que sostenerme más fuerte.

Eusebio Flórez no es un hombre demasiado cortés y como ya había previsto, me vuelve a dejar en mi posición inicial. La buena noticia es que se ha demorado más de lo que es “cortésmente” correcto.

Se dirige hacia la puerta, no sin antes mirar las cartas que tengo encima de la mesa. Le explico que he estado fuera y que estoy organizando el correo. Cuando ve el montoncito de cartas del Ayuntamiento exclama: ¡No vea la que ha liado ese Concejalillo! Tenemos cada día a los propietarios de las Paradas del Mercado, intentado denunciarlo.

Ya en el descansillo, me da la mano y se despide.

-Estaré unos días fuera. Si necesita algo, llame a mi Ayudante.

-¿Dónde se va, Eusebio?

-A Benidorm. Allí es dónde viven María Chumba y Paco Conselo. Voy a pasar calor, mucho calor aunque…Supongo que Ud. lo sabe bien. Ya me ha dicho su médico que ha estado allí unos días…


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