Revista Cultura y Ocio

Llega a Buenos Aires el homenaje de Ettore Scola a Federico Fellini

Publicado el 07 agosto 2014 por María Bertoni

Llega a Buenos Aires el homenaje de Ettore Scola a Federico FelliniPara el 4 de septiembre está previsto el desembarco porteño de Qué extraño llamarse Federico, homenaje que Ettore Scola le dedicó al gran Fellini. Sujeta a cambios de último momento, la fecha aparece publicada en el sitio web de Zeta Films. La distribuidora de cine de autor también recurrió a su página de Facebook para anunciar la buena nueva.

Si la agenda de nuestra cartelera se mantuviera intacta en los próximos treinta días, la exhibición vernácula arrancaría justo un año después del estreno en Italia, que en ese momento conmemoraba el vigésimo aniversario de la muerte del maestro cineasta. La presentación oficial tuvo lugar en la 70ª edición de la Mostra de Venecia.

Che strano chiamarsi Federico! es el título original del largometraje que desmiente el “retiro definitivo” anunciado por el propio Scola en 2011 y que -atención, amantes de la literatura española- desliza un segundo tributo a otro talento, de apellido García Lorca. Según contó oportunamente el diario español El Mundo, la película arranca con una voz en off en castellano que pronuncia los dos últimos versos de Canciones para terminar:

Entre los juncos y la baja tarde,
¡qué raro que me llame Federico!”

Antes, la estrofa final del poema incluye otros dos versos que la película pasa por alto, y que sin embargo ponen de manifiesto la pertinencia de la cita literaria:

Llegan mis cosas esenciales.
Son estribillos de estribillos”.

El adjetivo “esencial” y el fenómeno de intertextualidad sugerido en el desdoblamiento de estribillos bien podrían servir para anunciar dos virtudes aparentes del retrato póstumo: cierta capacidad para revelar más allá del estereotipo y/o del lugar común, y la osadía de superponer distintos registros narrativos o, en palabras de Don Ettore al diario La Repubblica, “fotografías, recortes, flores secas e incluso una mosca aplastada entre dos páginas”.

El sitio web de Cinecittà revela que en Che strano chiamarsi… Scola es tan protagonista como Fellini porque “en realidad se trata del relato de una experiencia común”. También informa con orgullo que gran parte del largometraje fue filmado en los míticos estudios instalados en Roma.


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