Origen. De Nolan. Y visitas pelmazas…
Las invasiones familiares veraniegas, por parte de personas que se autoinvitan con un desparpajo impresionante, pueden ser objeto de análisis y demás, una vez superado el trauma. Cuento estas cosas, en vez de hablar sobre Origen de Nolan, porque sobre la misma ya lo han escrito casi todo tanto Knut, como Prospectiva en diversos artículos, rediós como corren…
Tanto como ese monovolumen que supuestamente llegaría muy tarde, cargado de parientes no demasiado cercanos pero hambrientos y ruidosos ¿Acaso no dijeron que llegarían para la cena? ¿Tienen que darle a la bocina varias veces? ¿Porqué pensaban que la puerta estaría necesariamente abierta para ellos? Piii, piiii, piiii…..
Bueno, pues en la siesta y antes de quedar como un lirón le daba vueltas a la película de Nolan, la cual está concebida precísamente para eso. En la frontera entre sueño y vigilia se forman las primeras imágenes, metafóricas ellas. Sin embargo, en los diversos inconscientes que salen en Origen no aparece ni una sola de estas rarezas oníricas, como si estuvieran proscritas.
Han decidido apostar por un inconsciente exactamente igual a la realidad cotidiana, con su mismo grado de consistencia y compatible para cualquiera que lo recorra, esté o no visitando su propia mente. Es algo parecido a la mcdonaldización y estandarización del mundo, así como a la posibilidad de editarlo, como hace la arquitecta de la película. En el futuro todos los inconscientes serán intercambiables y correrán con un mismo sistema operati…
¿Oye? ¿francissco? ¿Sales a abrir la puerta? …Uuf, daremos la “patada” como en la peli, para salir del sueño. La hamaca es una gozada y había una avispa cabrona a punto de picarme. Te levantas, sales al sol que cuece y en el coche que hay tras la verja (este es el modelo nuevo, que cabroncete el pariente) asoman varios caretos adolescentes y rampantes, estirando el cuello como los patos.
Suena Bisbal a toda virolla y al entrar y mirarte los adolescentes retroceden un poco; los reflejos de primate no fallan, los chicos hacía años que no te veían y tu tienes cara de proscrito o eso imaginas…
Si eres un proscrito en el inconsciente de otro ¿como puedes escapar? ¿Como deambular en coco ajeno como Pedro por su casa? Se asume que, en esta realidad ficticia de la película, la mente a espiar es algo parecido a un servidor web: te manda el archivo y tu interactúas con el; siempre que metas la contraseña adecuada puede tomarte por aquello que quieres aparentar, adiós, pués, a la concepción “húmeda” del cerebro y contemplémoslo como un ordenamiento de bits…
“…ordeeen, orden, tropa, a ponerse todos el bañador y la protección ¿Que tal está la piscina, familia, que venimos desficiosos..” Aay, de nuevo la “patada”, la sacudida. Aparcas la reflexión cinéfila, la misma que atrapó la siesta como un sandwich y te lleva como zombie, mientras la parentela desfila, numerosa y fértil como los conejos ¿Ya tienen tres niñatos? joder ¿que no conocen las gomitas? Y la mujer, desde luego, parece acusar el exceso de crianza…
La mujer de Di Caprio, la fascinante Marion Cotillard y ese lejano aire que la da a tu prima visitante. La tragedia conyugal, el drama romántico que inerva (y enerva, por lo menos a mí) toda la historia es lo único que coincide con las realidades oníricas normalitas.
Al igual que en un frío Mcdonald puedes celebrar un cumpleaños, en los inconscientes fabricados en serie del film puedes recrear el dolor romántico y la tragedia de la pérdida. Digo “recrear” aposta, porque las emociones en serie tienen regustillo a plástico de hamburguesa. Aquí es imposible entender porqué se han querido tanto.
Esta película celebra la idea de la realidades de la mente como si fueran el conocido juguete de las muñecas rusas, unos niveles conteniendo a otros, cada uno de ellos con frecuencias diferentes de tiempo. Justo como en Ciudad Permutación, de Egan, donde los que vivían en el plano virtual eran “ejecutados” y podían serlo a gran velocidad. O como en Diáspora. De nuevo características informáticas proyectadas en nuestra mente, que cada vez se ve como más digital..
“Déjame la cámara digital papi” ” A la piscina no la lleves, no corras” ”Hay que comerse todos los almendrados, venga“
Venga, vedla. Que entretiene. A ver si así se le quita a Di Caprio el careto serio que no cambia en toda la peli.