Por Merche Rodríguez
Hace años ya que Paulo Coelho no se
relaciona con la prensa más que a través de ruedas de prensa. Es
su decisión y está en todo su derecho, tal vez por eso es el más
deseado, porque protege su territorio como el que defiende la
libertad conquistada. Pero no hay más que asistir a alguna de sus
convocatorias: llenas. Como la última (hoy, 21 de noviembre), con
tal presencia de medios que él mismo fotografió a los periodistas
que acudimos a su llamada en el Hotel Intercontinental, de Madrid,
con motivo de la presentación de su último libro: El manuscritoencontrado en Accra (Editorial Planeta).
Realmente, si el escritor brasileño
tuviera que atender personalmente a cada una de las personas que le
siguen no tendría días el año ni neuronas su cabeza, lo
suficientemente robustas. Tan solo en las redes sociales por
excelencia, Twitter y Facebook, tiene 17 millones de seguidores.
Porque si las cuentas las hacemos por lectores, sus libros han
vendido más de 140 millones de ejemplares en todo el mundo, han sido
traducidos a 73 idiomas y publicados en más de 170 países. Un no
parar.
Metódico en su producción literaria,
concibe, se documenta y escribe, para después entregar a las
diferentes editoriales con las que trabaja y seguir las pautas que le
marcan, aplicado pero sabiendo qué se mueve en cada momento; es,
por el contrario, un entregado a la causa informática (lleva sus cuentas personalmente) y su
parlamento ante los medios se podría subdividir en tuits.
Antes, no hace mucho tiempo, cuando un
autor era además un buen comunicador se decía que daba titular tras
titular (algo muy beneficioso para el gremio periodístico porque te
articulaba el artículo) ahora el interpelado lo es si siembra su
discurso de buenas frases, ingeniosas, capaces de resumir en un tuit,
o 140 caracteres, un pensamiento que invite a la reflexión. Y Coelho
ya era bueno antes, ahora lo es más.
Invariablemente de negro, como es
habitual en él, que contrasta con sus largos mechones blancos
concentrados básicamente en la nuca, ha desgranado su presencia en
tuits que esta que escribe (@ElBoletinsemana) ha ido subiendo
a Twitter en tiempo real y que rescato ahora:
“Escribo para que me lean. Para
compartir”
“Cuando se inventó la imprenta se la
criticó como se hace ahora con Internet y sin embargo provocó el
Renacimiento”
“Cuando escribo un tuit o un
post gano 0 euros pero me conecta con la gente y la gente se conecta
conmigo”
“Vivimos un Renacimiento y la gente
no se entera. Cambió la manera de transmitir el conocimiento”
“Yo no soy un gurú, soy un
peregrino”
“¿Qué creo que hay después de la
muerte? Se lo diré cuando me muera”
“Nunca escribiré un libro de
respuestas. Es más interesante no conocerlas y averiguarlas
viviendo”
“A mí no me importa que me insulten,
pero sí que insulten a mis lectores”
Pero Coelho dijo mucho más. Habló de
la perseguida por todos felicidad, que resumió básicamente un
atesorar constante, y afirmó que él prefería la alegría. Siguió
defendiendo Internet como una herramienta fundamental en la vida de
un escritor e incluso tuvo tiempo, y ganas, de criticar la obra de
James Joyce, alguien a quien todo el mundo dice haber leído, y del
que afirmó que había hecho mucho mal a la Literatura con su Ulises
y justificó su presencia junto a la presidenta de su país, Dilma
Rousseff, de visita estos días en nuestro país. “Me ha invitado y
he estado con ella”, dijo.
Y ante las preguntas que se le
amontonaban tomó las riendas, le dio paso a cada uno de los
periodistas que casi nos pisábamos los unos a otros y finalizó la
presentación. Firma de ejemplares, más fotografías y la
convocatoria se disolvió.
Minutos después, volvía a ser él. En
el exterior del hotel, junto a su equipo más cercano y el de la
editorial, se fumaba un cigarro ante la mirada indiferente de los
transeúntes ajenos a la fama mundial del tipo de negro con el que se
cruzaban.
Sinopsis: 14 de julio de 1099.
Mientras Jerusalén se prepara para la invasión de los cruzados, un
griego conocido como el Copto convoca al pueblo, jóvenes y viejos,
hombres y mujeres, a reunirse junto a él. Mientras esperan el ataque
enemigo, las gentes le preguntan acerca de la derrota y la soledad,
la lucha y el cambio, la belleza, cómo encontrar el propio camino. Y
después, sobre el amor y la lealtad, el destino, el sexo y la
elegancia, el miedo y la ansiedad, la sabiduría, y, también, lo que
aguarda en el futuro...
P.D. Como no podía ser de otra manera, no me resisto a retuitear al propio autor: "Las cosas comienzan a encajar con perfección absoluta cuando estamos concentrados en lo que queremos", Paulo Coelho dixit