“La casa era grande porque nuestros proyectos también lo eran”. Así arranca Llenos de vida y, con ese título y ese inicio es inevitable saber que lo viene después no va a ser precisamente onírico y positivo. Fante era un genio de la ironía, un mago en el ataque a la alta sociedad estadounidense de los años 50 y 60. No es de extrañar que Bukowski le adorase, aunque Fante siempre fue un pelín más fino. Siempre con bisturí, pero mucho más elegante. Entre sus párrafos se encuentran perlas demoledoras que, aisladas del conjunto, sacarían los colores a más de uno. Pero sabía hacerlo con mucho tacto, intentando quedarse con todo el mundo mostrando una preciosa fachada.
A mí me encanta, aunque debo advertiros. Nunca os fiéis de él, es muy listillo. Os parecerá que todos los personajes son horrendos, que os caen mal, salvo el personaje principal, por el que llegaréis a sentir compasión. Os lo digo, sólo son apariencias. Un día me enseñaron que con Fante siempre hay que leer entre líneas y es una tremenda verdad. Tiene mérito lo suyo...