Flor de Florencia. Flor de laburanta. Flor de restaurante. Flor de energía. Energía en Flor. Barcelona tiene suerte de tenerte Flor! Flor de porteña. Fuerza salvaje. Desmoderación gracias a los dioses.
¡Vale ya! Lo de Flor es un restaurante precioso en el mejor barrio de Barcelona.
A la altura del número 18 de la calle Carretas del Raval, entre pakis, gitanos y latinos, un local pequeño, blanco y natural, con puertas livianas de madera rescatada, cristales finos y un pestillo delicado. Y siempre flores blancas frescas. Cuando traspasas esa puertita, te recibe Flor con una sonrisa enorme algo socarrona y apenas maquillada.
¡Holaaaaaaaa!
Abrió el 3 de noviembre y no para de recibir propuestas. Que le quieren comprar el negocio, que se quieren asociar, blá, blá, blá.
“No entiendo”, me dice, con esa cadencia porteña que me afloja las rodillas.
“Está claro Flor”, le contesto. “Estás en flor, energética, abierta, creativa, tu local está a full cada día, llevas faldas preciosas y vas a lo loco. Sencillamente irresistible”.
Porque Flor es la antítesis del aburrimiento, de bajar la voz, de ser correcto, de ser, seamos sinceros, tan europeos.
Vayamos al grano. En lo de Flor se come muy bien. Kathy manda en los fogones lo que complota con ella. Y Silvia Randisi, desde un rincón de la cocina, pone los dos hombros, las manos, el alma, su diminuta inmensidad, para que el mecanismo de relojería funcione acompasado.
“Aquí seguimos la pauta del tiempo, de las estaciones. Trabajamos cocina de mercado, mediterránea. No tenemos microondas ni congelador”.
Ensaladas, berenjenas parimigiana, stracciatella (que es el corazón de la burrata), sopas, pescado. El Mediterráneo en plenitud. Y una cocina serena. Catalina marca el tempo tranquilo. Podríamos decir en este sentido que hay un espíritu slow contenido en cada plato.
45 máximo 50 plazas y Flor lo domina todo. Dominatrix. Nadie toma comandas por ella. Es ella que cuenta su menú a cada cliente. Flor de estrella. Y sin problema. Te hace sentir en su casa. Porque es “su” casa.
Hay carácter en lo de Flor. Y eso es importante.
Hacía mucho tiempo que no me sentía así en un sitio. Debo andar con morriña rioplatense. Añorando ese carácter más zafado, acaso desprolijo (ir a buscar qué quiere decir prolijo que es idioma español), ese sentirse en familia, arropada, estrujada por el abrazo, la conversación en voz alta, la puteada en tono amoroso.
Es en este sentido que las personas también tenemos denominación de origen aunque seamos de variedades todo terreno.
Me encanta tener ese cachito de Rio de la Plata en la ciudad prodigiosa que al principio no elegí pero que hoy elijo. Cada día. Cada día de estos días me levanto diciéndome me quedo, no me voy, tengo amores por los que pelear aquí, llevo años construyendo yo también esta ciudad cosmopolita, llevo años rescatándola, haciéndola guapa.
Esto da mucho trabajo. No es una ciudad fácil Barcelona. Conozco mucha gente que se fue. No sólo que volvió al Sur. No. Que volvió al pueblo, que se fue echada, después de haberla construido.
Flor pone mucha energía cada día para abrir esa delicada puertita acristalada de pestillo sutil. Yo la apoyo, voy, consumo allí, ella y su gente me alimentan, me arropan. No hay familia, ni herencia, ni un carajo, con perdón. Hay saber hacer, elegancia, calle, mucha calle, amigos, casa, calor, caliu.
Y hay una carta de vino que va a ir volviéndose cada vez más “artesana”.
Gracias Florcita. Chuik.
Lo de Flor.
Carretas 18, 08001, Barcelona.
Tel.: 934433853
Fuente: Observatorio de vino
Lo de Flor