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Lo he encontrado.

Publicado el 16 septiembre 2012 por Bypils @bypils

 

Lo he encontrado. Aún no se lo he dicho a los demás, para que crean que me falta pero…ya lo tengo.

Eso, me ha dado una ventaja. Me ha permitido escuchar todo lo que decían, como si yo no estuviera presente. Hablaban de mí y de mi fortuna, de como repartir las cosas y las casas… Y yo, allí, mirando a un punto inexistente en el horizonte (eso es lo que llaman “mirada perdida” ) pero atento a todas las palabras. Todas y cada una de ellas…

La verdad es que lo encontré hace ya una semana  pero necesitaba tiempo para actuar y planificar mi huida. De momento, había intensificado artificialmente los temblores de mi mano derecha, para no firmar ninguno de los papeles que me presentaban como quien no quiere la cosa. El mayor peligro, ahora, era la visita del Notario que iba a certificar mi estado mental. Diferentes tipos de convulsiones simuladas, que había aprendido en el Servicio Militar, me sirvieron para retrasar el momento pero…ya no había tiempo.

El enfermero que me velaba por las noches, se dejaba su portátil encendido mientras salía al jardín a fumarse un cigarrillo. El día anterior, le había robado su teléfono móvil por unos instantes y había contratado un servicio especial. Mi tarjeta de crédito aún estaba activa y por lo que pude comprobar después, había sido utilizada con mucha…intensidad. Necesitaba tiempo para conectarme a la web de la compañía aérea que me llevaría lejos de allí no sin antes traspasar todos mis fondos a las cuentas que ya había abierto en el pasado y de las que “los míos”, desconocían su existencia.

Julio, el enfermero, era un apasionado del porno. Lo que más le gustaban eran las rubias de grandes pechos. O más bien, de pechos muy, muy grandes…Los vídeos que había visto en el ordenador, no dejaban lugar a dudas. Esa noche, la mujer de los sueños más calientes de Julio, se iba a presentar en el jardín, prácticamente desnuda y dispuesta a complacer, justo a la hora del pitillo…

Como había previsto, me ha dado tiempo de comprar el pasaje, hacer el Check On Line e imprimir las tarjetas de embarque. El traspaso del dinero no ha sido difícil. No han cambiado los códigos ni han bloqueado las cuentas. Todo está, ya, fuera de su alcance…

El momento es, sin duda, en el cambio de turno. Julio se va una hora antes de lo previsto (aunque le  diga a su compañero que son diez minutos) y en ese tiempo, recogeré cuatro cosas básicas y mi pasaporte y me largaré de aquí. No me fío de los que dicen que me quieren…Siempre lo he sabido y, ahora, tengo la oportunidad de empezar de nuevo…Desde luego, me faltaba ese tornillo…

Sigo siendo yo. He vuelto. Hice una crisis “de algo” que ni los médicos supieron diagnosticar pero, al final, lo que pasó es que se me cayó un tornillo. Menos mal que di con él…

Aquel día en el que Julio se fue al lavabo tras ver su sesión de porno en Internet, yo me caí de la cama. Me arrastré como pude y, en el suelo, encontré ese tornillo. Lo cogí y me lo quedé mirando, como un tonto, pero entonces, como si fuera un mensaje divino, algo me dijo que lo introdujera en el pequeño orificio que hay debajo de mi pelo, en la zona izquierda del cráneo. Lo hice y encajó a la perfección. Me metí en la cama y me hice el dormido…

Como ahora.

Julio ya está, de nuevo, en la habitación. Su sonrisa es amplia y se despereza, satisfecho. Me observa y después mira la hora. ¡Venga, Julio. Anímate!-pienso mientras me esfuerzo en no abrir los ojos. Falta más de una hora y media para que acabe su turno pero, me parece, que tras la visita especial, Julio va a avanzar el momento.

Recoge sus cosas, cierra el portátil y lo desconecta de la impresora. Me mira por última vez y cierra la puerta con sigilo.

Y yo…me voy.

Lo he encontrado.

 


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