Dice María Belón que la vida es un tsunami tras otro. Y lo puede decir porque es la mujer en quien está basada la película “Lo imposible”, que sigue de cerca el drama humano de la familia Álvarez-Belón.
LA PELÍCULA
“Lo imposible” es una película extraordinaria. Sabe arrancar las lágrimas pero no las va a buscar. Es el propio dolor emocional de los personajes, sus miedos e interrogantes los que nos hacen sufrir con ellos. Sabemos que es una historia real y que afortunadamente todos regresaron vivos del tsunami que azotó el sudeste asiático el 26 de diciembre de 2004, llevándose por delante 230.000 almas. Pero saber esto no nos salva de la emoción a flor de piel con la que nos inunda el filme. Así que aviso, es recomendable el kleenex.
Sin contar más de lo necesario, sabemos que la familia está interpretada por Naomi Watts, en un papel merecedor de un Óscar; Ewan McGregor, su marido en la ficción, también demostrando su valía como actor (la escena del teléfono…); y sus tres hijos. De ellos, Tom Holland recrea al mayor con una fuerza interpretativa y una contención sobrecogedoras. Y está también, aunque sólo un momento, Geraldine Chaplin, quizá una de las mejores actrices españolas a las que indefectiblemente relegamos a secundaria de lujo. De auténtico lujo.
La familia se encontraba en la piscina de un complejo hotelero en la costa tailandesa cuando llegó el tsunami. A partir de ahí, la separación y la búsqueda. Porque no es una película de desastres, aunque se nos muestra un maremoto hiperrealista que bascula entre las grandes escenas rodadas en el plató acuático de Ciudad de la Luz, Alicante, y la mirada subjetiva y sensorial del que lo padece. Es una película sobre la búsqueda y el desconocimiento. Sobre la agonía de perder en solo un momento todo lo que realmente vale la pena.
Le caerán críticas por descarnada, tanto en el sentido figurado como literal de la palabra, y de lacrimógena. Pero ¿es posible hacer un filme sobre la supervivencia y la esperanza y no provocar emociones? ¿No es acaso en esos momentos cuando surge la verdadera naturaleza de las personas, para lo bueno y para lo malo?
Hay que notar la fuerza de los detalles y lo que no se nos dice. Así, la escena del avión al final, pequeñito, volando en un cielo inmenso, puede darnos la idea de lo insignificantes que somos en el mundo, al igual que la escena de las estrellas. O esa mano de María aferrada al árbol, con el anillo de matrimonio, como referencia al recuerdo de su marido. O la manita de Daniel acariciando el cabello de una madre para él desconocida.
Dirigida por Juan Antonio Bayona (El Orfanato), ha costado 30 millones de euros, la distribuyen Warner Bros y Summit Entertainment, han intervenido 8.000 extras y ha supuesto 25 semanas de rodaje, de los 2 años largos que ha supuesto fraguar la película.
LA HISTORIA REAL
¡Spoilers! Si no has visto la película, no sigas leyendo.
Uno de los motivos para llevar al cine esta historia es retratar la tragedia humana frente a frente, desde el suelo. Las noticias que leemos en los diarios pecan de frías y objetivas hasta quedarse en el dato “pelado”. Son notas lejanas, que ocurren hoy y mañana habremos olvidado. Repasemos lo que dijeron los diarios de la familia Belón-Álvarez.
“Un portavoz de Exteriores precisó que los desaparecidos españoles son finalmente seis, después de que el domingo se encontró a una familia compuesta por Enrique Alvarez, de 41 años, María Belón, de 39 años, y sus tres hijos de 5, 8 y 10 años.
Los Alvarez-Belón fueron arrastrados por el tsunami mientras descansaban en la playa de Phuket (Tailandia). La gran ola atravesó la primera planta de su hotel y los separó. Enrique, un barcelonés que trabaja para una multinacional en Yokohama (Japón), donde reside la familia, logró reunirse con sus dos hijos pequeños y localizar a María y al mayor. Los cinco lograron salvarse y se recuperan de las contusiones en un hospital de Singapur. ” (El Periódico de Extremadura, 04/01/2005)
“Tú y yo no nos vamos a morir”, fue la primera frase que articuló María Belón (39 años) para calmar el pánico de su hijo mayor, de 10 años, cuando ambos se vieron juntos y solos después de que el muro de agua del “tsunami” les hiciera atravesar de parte a parte, entre contusiones, la primera planta del hotel donde se alojaban.
Mientras tanto, a unos 700 metros del hotel, su marido, Enrique Álvarez (41 años), lograba salir a flote y aferrarse a un árbol, temiendo ser el único superviviente de la familia, después de que la fuerza del mar le arrebatara a sus dos hijos más pequeños, de ocho y cinco años, a los que había conseguido abrazar mientras huía de una ola gigante que superaba siete metros de altura.
Este domingo están los cinco juntos en un hospital de Singapur, pendientes de la operación a la que aún debe someterse María en una pierna, pero con la seguridad de que no corre peligro la vida de ninguno.” (El Mundo, 03/01/2005)
Esas mismas frases aparecen en El País y el El Diario de León, ambos del 03/01/2005. El teletipo procedía de la Agencia Efe.
“La mañana del seísmo, el matrimonio acababa de pasar su primera noche en el bungalow del complejo hotelero de Phuket donde pensaban disfrutar de sus vacaciones y se relajaban junto a la piscina antes de salir de compras, ella leyendo y él jugando a la pelota con sus hijos. Algún ruido o quizás gritos fue lo que hizo a Enrique mirar hacia la playa, donde vio gente corriendo hacia el recinto hotelero y, detrás, una primera ola de algo más de dos metros de altura, que escondía un muro de agua mucho mayor, de cerca de nueve metros.
Empezó entonces una carrera frenética, sujetando a sus dos hijos de menor edad, cada uno bajo un brazo, hasta que la ola los atrapó, le arrancó de los brazos a los dos niños, les empujó violentamente hacia el hotel, les hizo atravesar la primera planta entre golpes con muebles y paredes y les mantuvo sumergidos más allá del edificio.
Enrique se veía ahogado y daba por muertos a sus hijos cuando logró salir a la superficie y oyó a Tomás, el mediano, que llamaba a gritos a sus hermanos y su madre desde la copa de un árbol, donde había ayudado a subir también a otro niño. La inesperada voz de su hijo menor, que había conseguido aferrarse a otro árbol, permitió a Enrique reunir en poco tiempo a los dos y resistir junto a ellos a varios metros de altura durante cuatro o cinco horas, a salvo de las sucesivas olas, antes de regresar al hotel.” (Diario de avisos, 03/01/2005)
Algunos detalles difieren de la película a lo contado en los diarios:
“Como tantos otros, Enrique empezó en ese momento la búsqueda angustiosa de su esposa y su hijo mayor que le llevó a hospitales y refugios improvisados, hasta que una turista alemana identificó a ambos en un centro médico donde María, con graves hemorragias internas, fue sometida a una primera intervención de urgencia en el abdomen.
Ante la gravedad de su estado, los cinco emprendieron un largo viaje por carretera para llegar al hospital de Surat Thani, un centro en el que también atendieron al padre y los hijos de diversas fracturas, contusiones y heridas leves, con una enorme amabilidad pero con grandes deficiencias higiénicas y diagnósticos erróneos. Desde allí, un avión ambulancia facilitado por la empresa de Enrique les trasladó a Singapur, donde María no ha sido consciente siquiera del cambio de año, pero no deja de pensar que la población local, que fue “maravillosa” con ella, es la que sufrirá las consecuencias del seísmo durante mucho tiempo, mientras que los turistas han sido “los privilegiados” de esta tragedia.
Tampoco olvida el aniversario de Tomás, que ha pasado de ocho a nueve años justo en estos días y que, con una madurez sobrevenida de la que carecen muchos adultos, dejó claro a sus padres que no quiere ningún regalo de cumpleaños porque ya tiene el mejor posible. La suerte de María y Enrique contrasta con la preocupación del Ministerio de Asuntos Exteriores español que sigue sin conocer el paradero de tres españoles que también se encontraban en la zona siniestrada de Tailandia “y de los que no se tiene noticia”. En un comunicado, la Dirección General de Comunicación del Ministerio subrayó que, en cuanto a los españoles que viajaban por Tailandia pero “no necesariamente por la zona siniestrada”, son cuatro “las personas de las que no se tienen noticia”.
La embajada española en Tailandia mantiene “el contacto permanente con los hospitales de Bangkok”, donde sigue hospitalizado un herido. Fuentes diplomáticas explicaron además que ya se ha podido localizar a la familia británica de siete miembros, residente en Málaga, que se encontraba en la zona siniestrada de Tailandia. Los equipos de forenses de Tailandia y los de otras 19 naciones trabajan de manera frenética en los templos budistas convertidos en tanatorios temporales con la finalidad de identificar los cadáveres. A estos 300 forenses de diversas nacionalidades, se unirán desde España mañana dos biólogos del Laboratorio de Antropología Forense, un biólogo del Laboratorio de Biología-ADN y un especialista en catástrofes.” (Diario de avisos, información complementaria)
Acabamos con dos vídeos sobre el estreno de la película en España: