Revista Salud y Bienestar

Lo injusto de los números

Por Jagonzalez

Los números son algo a lo que aspiramos en ciencia. Sin entrar en disquisiciones filosóficas la representación numérica, la asignación de números a constructos teóricos, a interpretaciones, a creencias o a sentimientos parece ser un aspiración que nos hace más creíbles a la vez que objetivos.

Sin embargo los números fríamente expresados, sin invitar a un análisis más sosegado, nos pueden jugar malas pasadas, ser usados de manera interesada, evadiendo explicaciones de los hechos que supuestamente reflejan. Los estadísticos son los que, a priori, conocen el poder de la manipulación de los datos y poseen el conocimiento necesario para sopesar la realidad de los mismos. Los que como profesionales o ciudadanos no tenemos ese saber nos vemos inermes y vulnerables ante los números adornados, enrevesados, oscuros o inaccesibles que se nos presentan.

LO INJUSTO DE LOS NÚMEROS

En el ámbito sanitario, a poco que escarbemos, descubriremos ejemplos de cómo, con un estrategia bien diseñada, se puede orientar las conclusiones de un estudio según nuestras preferencias. De ahí la importancia de conocer esto y la estadística en general en las disciplinas sanitarias, al menos a un nivel interpretativo. En una perspectiva más amplia, se hace imprescindible fomentar un espíritu crítico, de sano escepticismo tanto en los estudios sobre intervenciones como  en los observacionales.

Como ciudadanos también deberíamos conocer las triquiñuelas de la manipulación informativa, que muchas veces, por desconocimiento o interés, nos hacen llegar noticias sobre encuestas, productos o hechos que el tiempo demuestra inexactas, incorrectas o tendenciosas. Ese “estar alerta”, esa duda razonable, el sometimiento a un reflexión o un saber esperar debería ser parte de una inteligencia social enseñada en las escuelas y en los hogares.

Hace unos días saltó a la prensa una noticia que implicaba a varios hospitales públicos de Madrid. Se hablaba de listas de espera, de reclamaciones, de satisfacción. Los autores recogían las deficiencias de los datos aportados por la Administración que complicaban una justa interpretación de los mismos. Sin embargo, el lector recordará inevitablemente la frialdad de los números que condicionará su opinión, y seguro que también la de los implicados (los gestores, trabajadores y población que asiste a esos centros). Así, si en el Hospital Universitario de Fuenlabrada se dan 55 quejas por cada 10.000 actos, o se tarda 37 días en ser recibido por un médico especialista. No se contempla el perfil de la población, el número de profesionales y la ratio en relación a esa población, la calidad de la atención (también medida, cómo no, por números), la distribución de las quejas, su pertinencia o circunstancias puntuales que las pudieran alimentar, etc.

En definitiva, los números pueden tener explicaciones alternativas o pueden estar condicionados por interpretaciones interesadas. Cuidado.


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