“Quién se hubiera podido creer desde la cima del Monte Palatino que el Imperio Romano no era eterno”
Estos banqueros y políticos modernos piensan que su imperio financiero va a durar para siempre. Pero ya algunos sabemos que no son tan listos como parecen, y no han podido calcular ni prever que la próxima crisis no será financiera sino ecológica, e irá de la mano del agotamiento de los combustibles fósiles.
Hace unos dias hablaba de la incapacidad de la naturaleza humana para comprender el crecimiento exponencial, y ahora que vemos como el capitalismo agoniza con estertores que están provocando unas nuevas generaciones que -con toda seguridad- se van a desentender del dinero como primera y única premisa válida para sus vidas, no me cabe la menor duda de que no pasará mucho tiempo, e incluso los más jóvenes alcanzarán a ver cómo se realiza esa metamorfosis del mundo pasando de lo que hemos visto y vivido durante más de cinco siglos, a algo completamente nuevo y diferente. Quienes tienen niños chicos entenderán un poco el concepto, porque ya se pueden dar cuenta de que estos niños son distintos, llevan grabadas en sus pupilas las imágenes del caos del dinero; y los que analizamos detenidamente a algunos jóvenes que hoy salen a la calle a protestar, podemos concluir que sus metas, sus sueños e ilusiones no son las mismas que nos inculcaron a nosotros en nuestro momento, sino que van más allá, y cada vez son más los que se suman al grupo de los que entienden lo disparatado del mundo que sus padres han creado.
Nos estamos encaminando hacia una nueva era caracterizada por el agotamiento de los recursos, la caída continuada de la energía neta disponible y la desaparición del espacio ambiental disponible para poder lanzar residuos a la Naturaleza sin consecuencias inaceptables para las sociedades humanas. Estamos entrando ya en un siglo que quedará definido por los límites ecológicos, y por nuestra respuesta a esos límites. La tentación será aplicar las actitudes y comportamientos que fueron justificables y rentables en el pasado siglo a las crisis que enfrentaremos en este. Si fuera así, el resultado será una catástrofe histórica monumental. En ningún otro terreno se podrá aplicar esta aseveración más claramente que en nuestra actitud hacia el carbón (el último combustible fósil todavía abundante). Simplemente, si lo quemamos, cocinamos al planeta Tierra y a nosotros mismos, al tiempo que perderemos los beneficios económicos que vamos buscando. Tenemos sólo una pequeña ventana de oportunidad para caminar hacia un futuro deseable para nuestra especie mediante la reducción del consumo de combustibles fósiles, al tiempo que nos orientamos hacia un régimen de energía renovable y un modelo de economía justa y sustentable.
Quienes siguen aferrados a su dinero, a sus riquezas, a sus títulos y a su poder, no pueden entender que esté surgiendo una nueva generación de personas para las que no son efectivas las trampas, los engaños y la maldad que tan bien les han funcionado durante siglos, una generación que será capaz de vivir en este mundo pero con otros argumentos, jóvenes que estudiarán para ser personas, no para ganar dinero, adultos responsables con el medio ambiente y concientes de las injusticias que por las irresponsabilidades de sus antecesores, en el mundo se han cometido, en lugar de unos consumistas empedernidos; en definitiva, personas comprometidas con sus comunidades a pequeña, mediana y gran escala, a tal punto que no habrá necesidad de enseñarlo en las escuelas sino que cada persona llevará el compromido en los genes. De no ser así, la naturaleza humana estaría indefectiblemente abocada a la desaparición a corto plazo porque si reviviera con más fuerzas el sistema que actualmente está en crisis, estaríamos hablando del triunfo de la insostenibilidad sobre la sostenibilidad, y aunque resulte redundante la expresión, lo insostenible no se podrá sostener por mucho tiempo más.