Una amiga lectora pregunta por correo electrónico:
Me atrevo a proponerte un tema sobre el cual me gustaría que escribieras. Se trata de las personas burlonas, ¿cómo crees que se deberían manejar las emociones negativas que éstas personas producen? ¿Cómo evitar que nos afecten?
En la cultura de exceso de egos y de individualidad que vivimos, estamos muy acostumbrados a depositar la responsabilidad de lo que no nos gusta en hombros de otros.
Es muy común escuchar comentarios como:
Por su culpa no puedo ser feliz/estoy furioso/estoy deprimido.
Ella/Él me rompió el corazón.
Es culpa del gobierno/religión/jefe/padre/madre/perro/Pokémon/Teletubbie.
Sufro por el clima/porque no tengo más cosas/porque X me miró feo.
Es que él se ha burlado de mi.
Se están mofando de mi en mis narices.
Hacemos lo que sea por librarnos de tener que admitir que podemos cambiar las cosas. Nos abandonamos y clausuramos la razón por unos momentos… que a veces son demasiado largos. Entonces llegan al corazón y a la mente un sinnúmero de emociones negativas (kilesa, en Pali), que pueden ser ira, desesperación, frustración o decepción.
Y el problema es que estas emociones son tóxicas como la cocaína o el azúcar. Es delicioso para la mente aferrarse a ellas porque reafirman el ego y nos da un lugar en el universo. Entonces exageramos las cosas con toda la intención de que la gente se acerque a preguntar qué es lo que pasa.
Al enfrentarnos a una persona difícil viene un choque de egos. Está el ego de la persona y el nuestro. Ambos creen que son más importantes que el otro. Uno golpea, el otro recibe y se repite el ciclo. Al final todo mundo pierde.
Ya sea que alguien se burle de nosotros o que busque desestabilizar nuestra calma por medio de violencia verbal, la responsabilidad de nuestras reacciones está en nuestras manos.
Soy yo el que decide si se engancha o no en la burla. Soy yo quien da el poder al otro de avanzar en su ataque. Soy yo quien decide hasta dónde entra la flecha venenosa.
Para evitar ser lastimados hay que practicar la compasión y generosidad. Sólo así entenderemos que las personas difíciles son lo que son y actúan así porque se encuentran en una situación de sufrimiento. Su infelicidad llega a tan alto nivel, que dejan que se desborde e intoxique a otras personas; y lo hacen por medio de la burla, comentarios mordaces, ironías, chisme, mentira y más tipos de violencia.
Mi abuela decía que el valiente llega hasta donde el cobarde quiere. Cuánta razón.
Es hasta que decimos ya no más, que la agresión se detiene. No, no se trata de buscar responder a la agresión. Se trata de ser elegantes y demostrar inteligencia y calma ante un ataque.
Si alguien se burla de nosotros, hay que pensar primero que quizá esta persona tiene una vida muy ruda. Y luego pensar en sus palabras. Seguramente no eres lo que él/ella está diciendo. Es mejor ignorar el veneno y rescatar lo que sea de utilidad.
Las personas difíciles crean emociones negativas, eso es cierto. Pero las crean para ellas mismas.
Cada quién sabe hasta dónde llega.
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