Se habla de liderazgo, de puestos de influencia en todos los niveles y áreas…se habla de motivar a nuestro equipo, ya no se llaman empleados ahora son colaboradores…en fin, todo va adquiriendo un nombre más sofisticado, de moda, tendencia o ¨cool¨ pero al final el error sigue siendo el mismo LA MANIPULACIÓN. ¿En qué momento confundimos el liderazgo con el derecho de opinar por los demás? Tener personas a nuestro cargo no es tener la autorización de irrespetar su voluntad. Y esto no solamente se hace de manera grosera y ruda, sino también de la forma más educada y sutil que se puede pensar.
Lo peor de lo peor es que mientras alguien sirva para nuestros propósitos nos interesemos en esa persona, pero en el momento en que decide tomar otro camino entonces se vuelva desechable. Digo que es lo peor de lo peor porque a muchos nos ha pasado y nos parece algo horroroso cuando lo hace alguien más, pero ¿Qué hay cuando hemos sido nosotros quienes hemos manipulado en nuestro propio beneficio?
Puestos políticos, empresariales, eclesiásticos…a veces se manejan de la misma manera y sin darnos cuenta contribuimos al círculo vicioso dejándonos manipular. Es interesante el despertar que ha habido en nuestro país en estos últimos meses que es el resultado de la indignación al engaño y la manipulación de tantos años. Ese despertar debe ser a nivel masivo pero también al nivel más personal. Si una persona no tiene una relación estrecha y un interés genuino hacia nosotros no tiene derecho a condenar nuestras acciones o nuestros planes de vida. El interés genuino pregunta y apoya. Y el apoyo a veces es silencioso. Que alguien no quiera vivir nuestro sueño o aportar a nuestro sueño con sus capacidades y su tiempo no quiere decir que esté mal o que tenga problemas de actitud solo porque a nosotros nos parece así.
Andar por la vida pensando que las personas nos deben ¨algo¨ es lo peor de lo peor…porque cada uno tiene la capacidad de decisión, tiene un propósito de ser y que su propósito no se ajuste al mío no quiere decir que deba recurrir a la manipulación o mucho menos dejarme manipular. Dejar de ser nosotros mismos por culpa de alguien más mata nuestra creatividad. Así que como ejercicio creativo busquemos hacer algo que habíamos dejado por un lado tal vez porque alguien nos hizo un comentario negativo al respecto. Pintar, escribir, cantar, tocar un instrumento, hablar, etc…