«La idea no articula las palabras, las palabras articulan la idea». Serge Gainsbourg. «La idiotez es un tipo que dice: “Me va bien, me conformo”, en lugar de motivarse pensando: “No sé lo suficiente, no veo lo suficiente, no hago lo suficiente”. La pereza está en el fondo de la idiotez como una capa de grasa alrededor del cerebro». Jaques Brel.
El poder del lenguaje que plantea el autor de Je t´aime… moi non plus y el inconformismo, la curiosidad y la capacidad de trabajo a los que alude el creador de Ne me quitte pas. Conceptos base de la tesis de esta película que aparecen en su prólogo y que aplicados a la dialéctica, elemento central de la trama, dan como resultado su título original, Le brio, que significa el ingenio.
Neila es la única a la que el portero exige el carnet de estudiante. En una universidad con alumnado de clase alta, una chica de los suburbios, de rasgos magrebíes, con vaqueros y sudadera no pasa desapercibida. El clasismo de esta primera escena termina por explotar cuando el profesor de derecho la toma con ella por llegar tarde y saca a relucir todo su cinismo para, de forma despreciable, dar rienda suelta a un discurso racista y xenófobo.
Tras las airadas quejas, el director le encomienda preparar a la vilipendiada, francesa de padres argelinos, para el concurso estatal de debate con el fin de redimirse, pero sobre todo para camuflar la imagen reaccionaria de la facultad.
El interesante guión aborda toda esa variedad temática a la que podemos añadir el machismo, no solo el de la sociedad, también el que todavía conservan la madre y abuela de la protagonista. El cóctel, en el que los dos ingredientes principales son esta alumna rebelde y su, aunque brillante, descreído y desagradable maestro, resulta verdaderamente explosivo.
De ese choque de trenes entre el veterano Daniel Auteuil y la ganadora del César a la actriz revelación, Camélia Jordana, sale lo mejor de este trabajo. La química entre ambos, ese aire de naturalidad y la manera en que evolucionan sus personajes constituyen una fuerza irresistible capaz de fijar nuestra atención.
El docente utiliza las 38 estratagemas que plantea Schopenhauer en El arte de tener razón para transmitir a su pupila, no solo los trucos para salir airosa en la contienda verbal, sino las armas para lograr y defender su propia independencia como futura abogada. El único pero achacable al texto, que en una cinta donde se defiende la emancipación y la capacidad de la mujer prácticamente todas las referencias cultas que aparecen pertenecen a hombres.
Aún así, qué estimulante este cine que apela a nuestra capacidad para pensar y actuar, que nos exhorta a desperezarnos y a dar un paso adelante y que nos deja como corolario la base de la abogacía (y de la política): para ganar el campeonato nacional de oratoria no hay por qué decir la verdad, basta con haber leído a Schopenhauer para retorcerla hasta hacer parecer que se está en posesión de la razón.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.
Copyright imágenes © Chapter 2, Moonshaker, Pathé, France 2 Cinèma, CN6 Productions. Cortesía de BTeam Pictures. Reservados todos los derechos.
Una razón brillante
Dirección: Yvan Attal
Guión: Victor Saint Macary, Yäel Langmann, Yvan Attal, Noé Debré
Intérpretes: Camélia Jordana, Daniel Auteuil, Yasin Houicha
Música: Michael Brook
Fotografía: Rémy Chevrin
Duración, 95 min.
Francia, Bélgica, 2018
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