Lo que dura, dura

Durará el tiempo que tenga que durar, o sea, hasta que los banqueros decidan volver a soltar el dinero, a dar créditos para que la gente vuelva a consumir y se estimule de nuevo la producción.
Mientras que estos señores sigan repartiéndose los jugosos dividendos en tanto que  los pocos trabajadores que aún laboran son los que sostienen el sistema, es difícil que se salga del agujero.
Aunque no soy muy viejo ya he vivido varias de estas crisis, por lo menos tres, y creo que se seguirán repitiendo a no ser que este sistema capitalista sea reemplazado por otro, ya que su paradójico comportamiento no se puede sostener indefinidamente, me refiero a esa mecánica de tener una gran capacidad productiva, con una tecnología avanzada, trabajadores calificados y apesar del hambre y las necesidades del mundo, tener que paralizar periódicamente toda su maquinaria productiva y generar una mayor escasez a fin de estimular de nuevo la producción. Las medidas neoliberales se preocupan entonces de restituir las condiciones para recuperar la rentabilidad de bancos y empresas a través de un rescate que hace el estado con el dinero de los contribuyentes; crisis tras crisis ha sido así, pero en el camino han quedado millones de víctimas humanas y medioambientales. 
En algunos países latinoamericanos se está dando un proceso sucedáneo que quizás sea el que reemplace al capitalismo, pero en España no existen las condiciones para ello y por tanto la crisis sigue más dura que nunca, con unos banqueros y empresarios aferrados a sus lucros millonarios y un número de desempleados cada vez mayor. 
El gran defecto de la globalización es que se ha hecho a medias, para que funcione y perdure tiene que globalizarse todo, el gobierno tiene que ser global, el hambre, la desnutrición, la mortalidad infantil, los derechos humanos, la justicia social; pero los poderosos sólo quieren que sean globales el mercado y los recursos.