En los últimos años, la crisis económica, social y ética que estamos sufriendo, nos está modificando certezas muy consolidadas y la palabra precariedad está entrando fuertemente en nuestras costumbres de vida. El nomadismo encierra en su mismo significado esta precariedad que a veces huele a libertad y otras veces apesta a gana incumplible de echar raíces… El circo o los parques de atracciones son dos manifestaciones de este nomadismo que desde siempre ha estado presente en nuestras sociedades, aunque nosotros, estanciales empedernidos, los hemos siempre considerado como algo marginal y como mucho, nos quedamos con la fachada de luces, música, colores, alegría y diversión. La intención de mi mirada ha sido la de mostrar el tiempo anterior o posterior al espectáculo (de aquí el título) en el cual la apariencia, da paso a la huella, al esqueleto al envoltorio, que trasmite más bien melancolía, decadencia y hasta algo de pena. Para esto he elegido un circo y un parque de atracciones lejos del glamour y de la grandeza, ambos basados en oficios familiares que sobreviven con dignidad y esfuerzo y que suelen visitar la pequeña provincia, en este caso Barrika en Vizcaya (el circo) y Silvi Marina en Abruzzi (el parque de atracción). La secuencia de imágenes, se abre con la llegada del circo y se cierra con su despedida; en el medio las imágenes de un parque de atracciones durmiente, en el cual los colores, los personajes y las pancartas, chocan con el aparente abandono y con el recuerdo de lo que hubo y que ahora ya no es…







La semana que viene el post será dedicado a una joven artista visual que he conocido gracias a Emotionage….

