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Lo que la tele se llevó: El Abogado

Publicado el 19 agosto 2015 por Albertoiglesiasfraga @revistaroulette

Al mismo tiempo que Ally McBeal, David E. Kelley creó The Practice (El abogado en España) la que sería hermana mayor de McBeal, o al menos la hermana seria. Logró ocho temporadas en antena y un buen éxito de crítica.

El carácter de El abogado era diametralmente opuesto a Ally McBeal, si la primera jugaba con la fantasía y apostaba por la música y un buen uso de lo estrafalario, El abogado pretendía ser un reflejo claro de la realidad. Era oscura, algo depresiva e interesada en mostrar la delicada situación de los abogados defensores y su lucha entre la ética profesional y la moral personal.

Sus personajes eran mucho más terrenales, a destacar su protagonista Dylan McDermott como Bobby Donnell, un hombre serio y reservado, protagonista de la serie; Steve Harris interpretando a Eugene Young, brújula moral y un abogado muy impulsivo; Camryn Manheim como Ellenor Frutt, una mujer todo corazón, Kelli Williams como Lindsay Dole, esposa de Bobby Donnel, Michael Badalucco, un torpe y bonachón Jimmy Berluti; y en su última temporada un maravilloso James Spader interpretando al que quizá sea el personaje de su vida, Alan Shore, que serviría para introducir una importante nota de color y locura en el universo en blanco y negro de El Abogado.

Durante sus ocho temporadas los casos cobraron una importancia mucho mayor que en Ally McBeal, coreografiando alrededor de los defendidos (a veces inocentes y a veces no) todo el periplo legal para conseguir ganar el juicio, así como el debate moral de turno para con el abogado defensor. Esta mecánica funcionó bastante bien, por supuesto algunos casos fueron más interesantes que otros, contando con altibajos que variaban casi de episodio en episodio.

Lo que la tele se llevó: El Abogado

Sin embargo, la serie contó con varios problemas: el primero fue su seriedad, bien llevada en muchos casos pero muy cerca de la exageración, en algunos momentos el espectador sencillamente no podía seguir creyendo que los abogados fueran tan cándidos como se mostraba, sobre todo conforme las temporadas iban pasando. El segundo fue la alergia a atacar las vidas privadas de los protagonistas, algo en lo que caía toda serie de televisión de la época, paradójicamente era esa información a cuenta gotas lo que servía de gancho para asegurar la fidelidad del espectador. El tercer problema fue el recorte que sufrió en su séptima temporada y que se llevó a buena parte de los protagonistas, (incluyendo Dylan McDermott) dejando la serie en un estado muy endeble. Hubiera valido más darle un final digno en la séptima temporada.

La octava temporada trajo al personaje de James Spader, que revelaba una manera distinta de ejercer la abogacía, muy lejos de la eterna lucha ética del bufete. Este elemento de caos precipitó muy lógicamente el fin del propio despacho de abogados y le dio a la serie un cierre lógico.

En definitiva, El Abogado es una serie correcta, pero de la que no destaca gran cosa, quizá propiamente su seriedad y su intento de ser un buen reflejo de lo real. Es recomendable para los fanáticos del género.

No obstante, David E. Kelley no se detuvo en El Abogado, utilizó el personaje de James Spader para abrir su nuevo bufete en Boston, pero sobre esa serie hablaremos en el próximo 'Lo que la tele se llevó'.


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