Mama con coleta.
Es curioso apreciar como los seres humanos desarrollamos nuestra capacidad para dibujar. Esta habilidad se desarrolla siguiendo un mismo patrón, y no es hasta alcanzar cierta madurez cuando se aprecian los auténticos “Picassos”.
El patrón sería:
a) El Garabato: Supone la primera expresión gráfica y es el precursor del dibujo elaborado posterior y de la escritura. Son aproximaciones al papel en el mejor de los casos, aunque también a la pared, al sofá… no poseen ni la intención ni la capacidad visomotora para representar formas, figuras u objetos.
b) Las primeras formas: Ya no se trata sólo de líneas inconexas se observan agrupamientos de trazos en formas con contornos. Pueden ser los primeros intentos de representar objetos del mundo real. A la vez que comienzan a explorar las posibilidades que les dan los distintos colores.
c) Las líneas con forma: El niño es capaz de dibujar círculos y combinarlo con líneas para crear nuevas formas. Son dibujos que ya tienen cierto parecido con objetos y figuras humanas pero sin llegar a nivel de detalle suficiente como para identificarlas plenamente.
d) El detalle aumenta: aparecen las primeras formas que identifican objetos o personas. Podemos reconocer en ellos el primer esbozo de la figura humana. Son humanoides sólo con piernas y cabeza.
e) La figura humana se perfila: La figura humana evoluciona a una figura más completa en la que ya se han incorporado el cuerpo y los brazos. Los brazos suelen salir de la cabeza y la cabeza con frecuencia aparece muy grande al igual que los ojos.
f) Se consolida la forma: Ahora la figura humana es perfectamente identificable y presenta la mayoría de los elementos principales: Cabeza, cuerpo y extremidades superiores e inferiores. Además aparece otro aspecto importante: la diferenciación. Cuando se pintan varias figuras humanas, el niño es capaz de pintar en cada una de ellas rasgos diferenciales (más grande, más pequeño, con pelo, sin pelo, alegre, con algún objeto en la mano, etc.).
g) El personaje en situación: Ahora, figuras humanas y objetos interactúan dentro del papel y el niño puede plasmarlas no tan sólo como formas individuales sino formando parte de una situación concreta.
Muchos adultos, entre los que me incluyo, lamentablemente no evolucionamos mucho más en nuestra representación de la figura humana. Mi marido se mete conmigo cuando hago un dibujo a los niños siempre me indica que no hace falta que les imite, ¡tendrá guasa!.
Cuando un niño realiza un dibujo plasma en él su forma de percibir el mundo que le rodea. A través de los dibujos infantiles los psicólogos sacamos información de gran relevancia para la evaluación infantil. A un niño pequeño no le puedes pedir que te cuente qué le pasa porque seguramente no sabrá hacerlo, debemos por tanto, utilizar medios indirectos y uno de ellos es pedirle que dibuje.
Lo malo de esta técnica proyectiva es su subjetividad, la interpretación variará en función de la persona que la evalúe. De ahí que sólo se utilice como información complementaria al resto de evaluaciones.
El más usado es el test HTP (House, Tree, Person) que consiste en pedir a los niños que dibujen una casa, un árbol y una figura humana. Estas pruebas, que se complementan con el retrato de una familia, se analizan de forma conjunta y no individualmente.
Cómo padres también podemos extraer información de utilidad de los dibujos de nuestros hijos, pero con todo el recelo posible, no se trata de adivinar, habrá que tener en cuenta el contexto familiar, personal… del momento en el que el niño realizó el dibujo. Los primeros garabatos tampoco son susceptibles de análisis, siempre habrá que esperar a que el dibujo este consolidado.
Uno de los dibujos que más nos puede interesar en el hogar es el dibujo de la familia. Con el dibujo de la familia el niño expresa su situación en el núcleo familiar, sus apegos y sus celos.
Es muy habitual, en niños que presentan celos de sus hermanos, que se dibujen solos con sus padres. Cuando se le pregunta dónde está el hermano, puede que responder que de paseo o dormido. En este caso mostrarles su error e insistirles en que dibujen a su “pobre hermano” no les ayuda, al contrario les puede hacer sentir culpables. La técnica a utilizar en este caso es proporcionarles la seguridad que necesitan, que sepan que aunque ha llegado otro ser a la familia que requiere mucho cuidado, su sitio nunca será ocupado.
Mi hija cuando nació su hermano manifestó esa fase inicial de celos. En sus dibujos de la familia lo que mostraba era a su hermano en el centro del papel (era el centro de atención de todos) de mi mano (darle el pecho, cambio de pañal… requería mi atención) y muy grande (ella se sentía menos atendida). Pasados unos meses que la situación en casa se normalizó, le enseñe su dibujo y sin decirle nada ella me preguntó: “mama, ¿por qué pinte al tate tan grande si es más pequeño que yo?”, la inseguridad había pasado.
Suele ser también frecuente que el niño se sitúe entre ambos progenitores, representando esto para él la máxima seguridad. Aunque tampoco es raro que se sitúe cerca de uno de ellos, debiéndose averiguar si es con quién más tiempo pasa o con quién más tiempo desearía pasar.
Incluir personajes que no pertenecen al núcleo familiar expresa que el niño se siente unido a ellos…