Revista Educación

Lo que nos debería diferenciar

Por Javierm

En mi ciudad hay padres que llevan a sus hijos a colegios privados. O concertados.

Sin duda alguna, los hay que apuestan por un ideario ideológico determinado y estarían encantados de tener un colegio religioso en las cercanías. Algunos incluso preferirían que las aulas estuvieran segregadas por sexo, ya que los últimos estudios financiados por ellos mismos avalan que la diferenciación sexual mejora el rendimiento académico. Incluso conozco a alguno que no vería nada mal que hubiera un colegio privado con una ideología progresista. Los hay que creen convencidamente que los colegios privados tienen mejor calidad que los públicos.

Alguno preferiría un colegio concertado donde la segregación racial fuera norma. En los públicos hay mucho rumano, mucho moro y mucho sudaca. Y eso no es bueno, que no saben ni chapurrear castellano, se aburren y son conflictivos. Ya ni te cuento si hay gitanos. Incluso alguno preferiría un centro privado de lo más in en mi ciudad, ya que sin duda alguna, mejoraría no sólo el status social, sino que además elevaría la plusvalía de las viviendas de alrededor, que no es lo mismo un patio de recreo de un colegio público de arena o cemento agrietado que un jardín frondoso con pista de padel de un centro privado.

En mi ciudad hay plazas suficientes para cubrir la demanda de escolarización de cada uno de los niños y niñas del muncipio. Hay suficientes colegios públicos incluso para cubrir la demanda de educación infantil no obligatoria y una red de escuelas infantiles y casas de niños muy por encima de los ratios habituales de la Comunidad de Madrid y que son de lo mejor.

Pero…

… Pero en mi ciudad no hay centros que satisfagan la demanda de esta gente que busca un colegio concertado o privado y que, vaya por dios, también suele tener la manía de votar cada cuatro años. Potenciales votantes a tener en cuenta, que se juntan y son un montón de votos: cada niño, una media de dos padres (aprox) y que tienen una demanda insatisfecha.

Y el caso es que nada lo impide. Si una fundación, asociación, cooperativa, orden religiosa, empresa privada o banco de inversión quisiera, yo creo que sería factible que en mi ciudad hubiera un colegio de esta tipología.

Basta con que compren suelo y lo construyan. Que contraten el profesorado necesario, los servicios necesarios y que tengan una oferta atractiva para cumplir con su plan de negocio. Fácil.

Upps, se me ha colado la palabra negocio, sepan ustedes perdonar, que lo mismo creían que yo hablaba de educación.

Claro que también hay una opción más rentable para el negocio. Una Comunidad de Madrid cuyo afán privatizador está fuera de toda duda. Una Consejería de Educación que practica el chantaje a fin de que los ayuntamientos cedan suelo público para negocios privados. Y…

… Y Alcaldes que acepten ese chantaje y que firmen convenios donde se obligan a construir esos centros. Hasta el momento, hasta hoy, sólo Ayuntamientos del PP se habían prestado a esa fórmula. Hasta hoy que el Ayuntamiento de Parla ha decidido poner a disposición de un negocio privado el suelo de todos los parleños, argumentando, fíjate tu por donde, exactamente lo mismo que la derecha: la libertad de elección de la enseñanza y la demanda existente.

La falsa libertad de elección de la enseñanza a la que la derecha madrileña le ha dado la vuelta como un calcetín. Pues mientras detrae recursos ingentes y deteriora la educación pública, los presupuestos favorecen descaradamente a la educación concertada. La mentira mil veces repetida por la derecha sobre la libertad de elección de la enseñanza que la socialdemocracia compra de una manera sorprendente.

Porque hay que situar todo en su contexto. En 2008, el PSM decidió acercarse a la escuela concertada con un discurso que recibió críticas desde los sindicatos y desde la izquierda, que decía cosas como que los madrileños estaban satisfechos con la educación y que apostaba por buscar “soluciones a los sectores más pragmáticos de la clase media a través de la enseñanza concertada” buscando de forma descarada derechizar el discurso del partido intentando buscar el centro perdido.

Pues de aquellos soplos, estos nuevos aires.

¿Y cual es el problema, aparte del evidente detrimento de recursos públicos para negocios privados?. Pues que adiós confrontación de discursos con Esperanza Aguirre, porque si las políticas que nos deberían diferenciar de esta derecha van a ser las mismas, tal vez alguien pueda pensar acertadamente que los madrileños prefieran el original a las malas copias, puesto que para hacer lo mismo que la derecha y proponer lo mismo que la derecha (¿se acuerdan de lo del impuesto de patrimonio?), los madrileños han decidido votar a la derecha.

Pd: dedicado a Ana, por provocar

:-)


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