Revista Ciencia

Lo que parecía un secarral…

Por Guillermo Garcia-Sauco S. @guillesauco

Hace un mes (24/03/2015), ya andaban las carralejas o aceiteras (Berberomeloe majalis), también conocidas como curicas en Albacete, en busca de néctar a pocos metros del mar. En las dunas fósiles de Urbanova (Alicante), estos insectos, así como algunos himenópteros, se afanaban en buscar alimento en lo que podría considerarse un oasis a pequeña escala.

Carraleja (Berberomeloe majalis)

Carraleja (Berberomeloe majalis)

Estos insectos sorprenden por el tamaño de su hinchado abdomen y su coloración, negros con bandas anaranjadas, que han ocasionado muchas veces que la gente piense que son “gusanos” (un término demasiado general). En realidad, son coleópteros que se alimentan de materia vegetal, y que tienen una característica muy curiosa: a través de las articulaciones de sus patas segregan cantaridina, un compuesto químico venenoso que utilizan para defenderse. Por la zona vimos dos ejemplares en menos de diez metros cuadrados. Sorprende que, a pesar de su aspecto, tan regordegtas, sean capaces de desplazarse a semejante velocidad por entre los arbustos y las hierbas.

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Correhuela (Convolvulus althaeoides)

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Murajes (Lysimachia foemina), una planta anual común en la zona.

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Flor de mata turmera (Helianthemum almeriense) y dos flores de manto de la Virgen (Fagonia cretica).

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Una imagen de una pequeña zona del hábitat de las carralejas. Las flores amarillas son Reichardia tingitana.


Lo que parecía un secarral…

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