No hace falta tener una gran experiencia en el mundo laboral para darte cuenta de una cosa: hay dos tipos de superiores en un equipo de trabajo: existen los jefes y existen los líderes. Ni los dos conceptos son la misma cosa, ni los equipos que gestionan ni los objetivos que consiguen son igual. Un jefe persigue objetivos y los consigue (o no) valiéndose de su equipo, pero no tiene por qué motivarles, ni por qué comunicarse con ellos de forma eficiente. Un líder persigue los mismos objetivos que un jefe, pero lo hace a base de transmitir una conciencia de equipo, con una comunicación eficiente y, sobre todo, horizontal y a base de motivación.
Si algún día me tocase dirigir un equipo, tengo claro qué tipo de superior querría ser. La capacidad de liderazgo es algo innato, pero que también se puede trabajar. ¿Y de quién podemos aprender, aunque no lo creáis? De los entrenadores de fútbol.
Quien me conoce (o si me sigues desde hace un tiempo), sabrá que no soy muy futbolera que digamos. De hecho, el fútbol no me gusta especialmente. Pero veo en los entrenadores de los equipos, sobre todo en algunos, algo que se puede extrapolar, a todos los niveles, a todos los ámbitos de la vida. Y es su capacidad para liderar un equipo y conseguir los objetivos.
Por eso, porque me gustaría que, el día de mañana, el mundo se llenara de líderes y no de jefes, hoy te voy a contar Lo que un entrenador de fútbol puede enseñarte sobre el liderazgo. ¡Anota!
1. Autoconocimiento:
Repito tantas veces lo importante que es conocerse a uno mismo para casi cualquier ámbito de la vida, que no resultaría raro que empezara a sonaros a cuña publicitaria. Pero es cierto: un líder debe conocerse a sí mismo. Conocer sus valores, para transmitirlos con claridad; conocer sus fortalezas y saber qué es aquello que debe mejorar. Porque su trabajo, al final, es hacer que las personas a las que dirige saquen lo mejor de ellas mismas, desde la humildad. Y eso sólo se consigue si tienes empatía y conoces cómo sacar lo mejor de ti mismo.
2. Asertividad:
Saber decir que NO cuando toque, marcar unos límities claros y exigir cambios de actitud o comportamientos determinados en busca de la efectividad. Para hacerlo, un líder debe valerse de la asertividad: un punto intermedio entre la agresividad y la pasividad. El líder manifiesta sus convicciones y defiende su autoridad, pero lo hace de forma consciente, directa y equlibrada. No tiene necesidad de herir o perjudicar, porque no transmite sus ideas desde la rabia o la ansiedad, sino desde la autoconfianza que le da creer en su propio criterio y en sí mismo.
3. Empatía:
Un equpo está formado por personas que sienten, que padecen, que tienen sus propias necesidades y sus propios valores, puntos de vista, ideas… Un entrenador que piensa en el equipo como un bloque y que no es capaz de identificar a cada uno de los jugadores que lo componen, no llegará nunca a nada. Un líder necesita conocer a las personas que forman su equipo, para tener la empatía suficiente como para ponerse en su lugar. Así sabrá en qué son buenos sus jugadores, cómo les puede motivar o conocer sus necesidades o aspiraciones, es la mejor manera de dirigirlas. Los jugadores son piezas individuales de un mismo engranaje y si alguna de las piezas falla, el engranaje también lo hará.
4. Visión para definir objetivos:
Es importante que un equipo tenga un objetivo común. Si cada uno de los jugadores mira por su propio bien y por sus propios objetivos, en lugar de mirar por los de todos, el equipo se acaba cayendo. El entrenador tiene que ser capaz de definir los objetivos para su equipo y asignar, a cada uno de sus miembros, una misión que al final, beneficie al conjunto. Tiene, por tanto que saber analizar la situación actual, plantear a dónde se quiere llegar, y elaborar una estrategia participativa para conseguirlo.
Está más que probado, además, que los objetivos a corto plazo suelen ser mucho más efectivos a la hora de mantener motivado al equipo. El famoso “partido a partido” del Cholo Simeone es un ejemplo claro de esto. Las derrotas se asumen como baches y los triunfos son pequeñas inyecciones de motivación, claves para conservar la fuerza y la motivación en el camino, a veces largo y tedioso, hacia un objetivo mayor.
5. Comunicación horizontal:
Cuanta menos jerarquía haya en un equipo, mejor. Obviamente, todo el mundo tiene claro quién es el líder, pero éste debe ser lo suficientemente cercano como para que los miembros de su equipo sean capaces de comunicarse con él abiertamente, de forma natural y sin ningún tipo de miedo ni opacidad que, a la larga, puede hacer que se resienta la relación entre entrenador-jugadores y a veces, entre los jugadores en general.
6. Autoconfianza y humildad:
Para llevar a cabo todas sus labores dirigiendo a su equipo, un líder tiene que tener la suficiente autoconfianza como para tomar decisiones, llevar a cabo ideas y ser capaz de transmitir esa seguridad al equipo. Un líder inseguro, sólo conseguirá transmitir incertidumbre a su equipo. Tiene que ser decidido, pero siempre democrático; y, a su vez, necesita tener humildad para reconocer, cuando toque, que se ha equivocado o que ha planteado mal cualquier estrategia. Un líder no es una persona que no se equivoca nunca, sino que actúa en consecuencia a sus decisiones, se responsabiliza de sus actos y admite sus errores sin intentar echar balones fuera (nunca mejor dicho :P).
7. Mantener la calma:
En los momentos de crisis, un líder no puede dejarse llevar por los sentimientos de frustración o enfado. La energía que él transmita, será la que le contagie al equipo y la que, tarde o temprano, recibirá. Por eso es necesario transmitir calma, incluso aunque sea para dar malas noticias, comunicar malos resultados o exigir responsabilidades a los miembros de su equipo.
8. Defender a su equipo:
Un líder tiene que dar la cara por su equipo. Tiene que defender la confianza que ha puesto en ellos y, del mismo modo que tiene que tener autoconfianza para dirigir al equipo, también debe tenerla para defenderles, en el caso de que una crisis fuerte. Nadie puede cuestionar la unidad del líder a su equipo, porque entonces empezarán a cuestionarla los mismos miembros del equipo.