Revista Diario

¡Lo tengo en la punta de la lengua!

Por Luciapardo

¡Lo tengo en la punta de la lengua!

Photo by krystalchu


Todos hemos experimentado alguna vez la sensación de "tener una palabra en la punta de la lengua". "Sé que sé algo pero no me sale". Sabemos qué queremos decir, casi podríamos decir por qué letra empieza, pero no nos sale la palabra. Esto es lo que los expertos llaman el fenómeno de la punta de la lengua (PDL). 
Se trata de la dificultad para recordar palabras conocidas, acompañada por la sensación de que su recuerdo puede ser inminente. Se han hecho muchos estudios y los expertos han elaborado multitud de teorías para tratar de averiguar por qué ocurre esto, en torno a la pregunta: ¿por qué sabemos lo que queremos decir pero no somos capaces de encontrar la palabra?
Cuando queremos decir una palabra se activan una serie de "pasos" o "fases" en nuestro cerebro: primero, se activa un sistema semántico donde se encuentran almacenados los significados de las palabras; después, se activa un sistema fonológico, donde se guardan las representaciones fonológicas de las palabras y, por último, se activa el almacén donde están las representaciones de los movimientos que debe realizar nuestra boca (nuestro aparato bucofonatorio) para expresar la palabra. 
Según la "hipótesis del déficit de transmisión", cuando tenemos una palabra en la punta de la lengua se produce una interrupción en este proceso. Nuestro cerebro realiza el primer paso, activa el sistema semántico (sabemos lo que queremos decir), pero por algún motivo no se activa la siguiente fase, en la que se encuentra la palabra. 
Este es el motivo por el que sabemos lo que queremos decir pero no somos capaces, lo tenemos "¡en la punta de la lengua!". 
Existen muchos estudios sobre la forma en la que esto ocurre, y han encontrado que aparece más a menudo cuando se trata de nombres propios (el nombre de una prima segunda, el nombre de un actor famoso, el nombre de un antiguo compañero de escuela,...). 
Esto ocurre porque los nombres propios requieren mucho más esfuerzo y recursos para nuestro cerebro que los nombres comunes. 
Los nombres comunes como, por ejemplo, la palabra "mesa", tienen muchas conexiones en nuestro cerebro; activar una sola de ellas nos permite recordar la palabra. Digamos que disponemos de más oportunidades o más vías por las que recordar "mesa". 
Sin embargo, el nombre propio "Antonio Banderas" únicamente tienen una conexión neuronal, y es aquella que relaciona este nombre con la persona a la cual representa. De esta forma, nuestro cerebro debe activar esa conexión concreta para poder acceder al nombre. 
Diferentes estudios también han encontrado que la frecuencia de este fenómeno aumenta con la edad. Conforme pasan los años, nuestro cerebro presenta más dificultades a la hora de activar redes neuronales. 
Un dato interesante que se ha encontrado es que la recencia y la frecuencia cumplen un papel importante en este fenómeno de la punta de la lengua. Cuanto más reciente tengamos una palabra (cuanto menos tiempo hace que la hemos oído o pronunciado), menos nos cuesta activar su conexión neuronal y acceder a ella. Lo mismo ocurre con aquellas palabras que oímos o pronunciamos más a menudo, de forma más frecuente.
Una forma de prevenir que esto nos suceda es mantener nuestro cerebro activo. Cuanto más activadas se encuentran nuestras conexiones y cuantas más conexiones neuronales creemos, mejor funcionará nuestro cerebro. Así, realizar actividades mentales (pasatiempos, leer libros, realizar actividades de memoria, rompecabezas, etc.), relacionarse con los demás, conocer sitios nuevos, aprender cosas nuevas,...son fantásticas ideas para envejecer de forma activa y sana. 

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