Revista Cultura y Ocio
"Tenemos quince años y estamos bebiendo sidra caliente bajo los pinos del patio de la catedral. Son las siete y media. La luna brilla tenue y todo huele a hierba recién cortada. Alice saca un tubo de Acne Gel, me lo pone en la mano y se tumba con los ojos cerrados. Sam y Aslam hablan de perros, de terrorismo y de qué rapero es el más rico."
Si el título ya os ha sorprendido os recomiendo que pongáis el google el nombre del autor. Os encontraréis a un jovencísimo Ben Brooks con un flequillo imposible y una mirada de estar haciendo una gracieta que posiblemente solo entienda él, y tú ya que lo miras. Con estos ingredientes y Tras haber leído Crezco, era difícil resistirse. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Lolito.
Etgar es un adolescente de quince años que vive la batalla de todo adolescente. Está en ese momento en que quiere tomar Nesquik de fresa pero acaba bebiendo alcohol, en el que sigue siendo un niño apático y sin demasiados amigos pero algo lo empuja hacia la edad adulta. Y ha nacido en un mundo en el que internet pone todo a un click y puede hacerse pasar por cualquiera en un chat de adultos. Es un juego. En el que se encuentran personas solas con vidas pálidas y se dejan llevar, un mundo de adultos que él no conoce pero que también lo arrastra. Está solo.
Supongo que si Holden hubiera vivido en la era tecnológica se hubiera tomado un par de copas con Etgar. Ya lo imagino, uno hablando de literatura y otro de vídeos de internet en los que se alternan muertes, sexo y noticias disparatadas. Y también de cine. De comedias románticas de finales felices y de documentales educativos. En realidad no. No me lo imagino. Ninguno de los dos tiene demasiadas dotes sociales como para pensar que iban a terminar siendo amigos.
Brooks nos presenta en la voz de Etgar los miedos del umbral hacia la edad adulta. tiene una novia que tal vez lo haya engañado. Tiene unos amigos que tal vez se vayan olvidándolo, y tiene un perro que no es como los de las películas. Sus padres se marchan unos días y Etgar se siente solo, sin ganas de hacer nada salvo beber, ver la televisión y cumplir esa odiosa obligación que le supone sacar al perro a la calle. Tal vez nos choque la vida que cuenta, lo que bebe, lo que hace... pero hoy mismo veía en las noticias que los jóvenes comienzan a beber a esa edad.
El autor consigue un tono cercano, de confidencia, y nos enseña una familia moderna con un hijo al que tal vez consideremos raro. Tampoco importa demasiado, su padre con el que "coleguea" ha barajado la posibilidad de que sea raro, o gay, o algo.. a saber. Y nos muestra sus miedos, sus cambios, su transición que no es completa porque no es una novela de iniciación. Es una aventura, la de moverse de su estancamiento en el que podemos reconocer a muchos jóvenes para conocer a una mujer adulta. Y también nos muestra las consecuencias.
Etgar no es simpático, puede incluso sacarnos de quicio... pero también nos hará sonreír, incluso reír con sus momentos de inocencia y Nesquik de fresa. Porque todos sabemos (a toro pasado), que con esos años seguimos siendo niños. Pero tenemos prisa por muchas cosas y se nos van mezclando las ideas de una forma un tanto peculiar. Casi, casi, como mezclar ese Nesquik con té.
Un libro actual sobre personas perdidas.
Hoy voy a hacer una pregunta que os resultará extraña. Pero la cubierta de este libro me llamó poderosamente la atención y me gustaría saber si os ha pasado lo mismo, ¿qué opináis de ella?
Gracias