"Planazos" que, por supuesto, son extrapolables -y casi obligatorios- también para días no lluviosos.
Estos son los enlaces del British Museum, la Tate Modern y la National Gallery. Claro que hay muchos museos más, pero sólo he visitado estos tres -no en este último viaje- y son fantásticos.
La National Gallery se encuentra en Trafalgar Square
Ya que era nuestra última jornada en la ciudad, decidimos darlo todo con un desayuno que nos permitiera recordar la fama de los ingleses hasta nuestra próxima visita a la capital británica. Y lo conseguimos. El restaurante elegido para tal misión fue The Shakespeare -metro Victoria-:
Fue impresionante, pero nos costó lo nuestro retomar la marcha. No obstante, y aunque no creíamos que fuera posible, ¡lo logramos!, y pudimos llegar caminando hasta el Palacio de Buckingham para ver el cambio de guardia -se pueden ver los horarios aquí-. Una ceremonia en la que sólo los más fuertes sobreviven entre los paraguas, los empujones, la gente alzando sus teléfonos móviles como si no hubiera mañana, etc. Vamos, para mí, un acto prescindible al ir con tan poco tiempo -y también al ir con tiempo, la verdad-.
Desde el Palacio nos dirigimos caminando hacia la Abadía de Westminster. Tras una gran cola bajo la lluvia, entramos, adquirimos nuestra audioguía gratuita y disfrutamos de esta más que masificada Iglesia gótica.
A la Abadía se accede a través de una puerta lateral: la Great North Door. Cuesta 16 libras por persona y no se permite fotografiar ni grabar. Destacan las capillas con sepulcros de afamados monarcas como Eduardo II, Enrique VII, Ricardo II, etc.; el rincón donde descansan los restos de músicos y escritores como Lord Byron, Haendel, Rudyard Kipling o Dickens, entre otros; y también otras celebridades del mundo de la Ciencia como Newton y Darwin.
Al finalizar la visita, salimos por la puerta principal, la Great West Door, y nos desplazamos en un autobús rumbo a degustar los míticos "Fish & Chips" -abstenerse los no amantes de la fritanga-. Los tomamos en Bear & Staff.
Después de comer paseamos por la zona hacia Oxford Street -la calle comercial más grande de Londres y del mundo-, e hicimos algo de turismo de shopping hasta Oxford Circus, donde cogimos el metro en dirección al London Eye, el Ojo de Londres.
Se trata de una imponente noria-mirador que ofrece unas magníficas vistas de la ciudad, especialmente al atardecer.
Nosotros compramos las entradas por adelantado en su página Web para evitar colas -17 libras por persona-.
Tras hacernos unas 500 fotos en el London Eye, nos desplazamos en autobús hacia una de nuestras zonas preferidas de la ciudad: Covent Garden, para despedirnos con una estupenda cena en un bar llamado Maxwell´s Bar & Grill, según ellos "famous since 1972".
Y con este homenaje gastronómico pusimos punto y final a nuestras mini-vacaciones inglesas. Fueron dos días intensos, emocionantes y muy divertidos. Como veis, no nos dio tiempo a asistir a ningún musical. De todos modos, fuimos sin presión, porque ya habíamos visto algunos de ellos en nuestra anterior visita. Si es tu primera vez en Londres estos espectáculos son fundamentales. Cierto es que hoy en día podemos verlos en cualquier lugar del mundo, pero el hecho de que los ingleses y los americanos sean mundialmente famosos en este arte convierte a Londres y Broadway en escenarios especialmente idóneos para disfrutarlos.
Recomendamos los siguientes musicales:
- El rey león.
- Los Miserables
- El fantasma de la ópera
- La sirenita
- Mamma mía
Por cierto, hacerse la misma foto que Los Beatles en la portada de su disco Abbey Road es otro must para recordar en cualquier álbum fotográfico londinense
¡¡Besos!! ;D
Marta