Revista Arte

Long Live al verlo

Por Peterpank @castguer

Long Live al verlo

…Durante nuestra existencia nos vamos vistiendo con un disfraz que se va haciendo cada vez más pesado hasta convertirse en armadura adherida a la piel. Todo comienza con la pesada carga de las creencias, un  subproducto del miedo (el polo opuesto al amor) y de la búsqueda de una seguridad que, como la realidad se empeña en demostrar día tras día, no existe. Empieza después una falsa socialización que se convierte en ‘proceso de aborregamiento’.

Los niños y jóvenes, en general, son sometidos a un trágala de contenidos, a una automatización que reduce o incluso anula la creatividad y el espíritu crítico. El desarrollo del hemisferio derecho del cerebro es mínimo. Se enseña a competir y muy poco a colaborar, a reprimir sentimientos y emociones, a copiar y no a crear libremente. Quien no se adapta (cada vez un número mayor) se convierte en ‘fracasado escolar’. Y si no quieren ese caldo, dos tazas.

La formación universitaria y sus alternativas no contribuyen a mejorar lo anterior. Todo lo que huela a desarrollo humano está en trance de desaparecer. El llamado Plan Bolonia, dado el papel desempeñado por la European Round Table of Industrialists (Mesa Redonda de los Empresarios Europeos), lobby que agrupa a ejecutivos de multinacionales, presenta por lo menos una grave amenaza ya que podría poner a la universidad al servicio de la gran empresa privada. Todo el sistema educativo trataría así, de producir materia prima en forma de personas de iguales características, uniformadas por estrictos patrones de comportamiento y prescindibles como individuos al ser perfectamente sustituibles unos por otros. La única respuesta de este ganado de tan fácil pastoreo, aparecerá ocasionalmente en forma de algún quejumbroso balido.

Acto seguido nos vemos abrumados por la maquinaria del ‘tienes que ser mejor’. Todo el aparato publicitario, que invade hasta nuestra intimidad, va dirigido o bien a inocularnos grandes dosis de miedo, o bien a hacernos creer que para sobrevivir y adaptarnos a ‘lo que se espera de nosotros’ (un eufemismo para vendernos la moto)  hay que ser más: más listo, más guapo, más fuerte, más divertido, tener más cosas y más dinero. La paradoja es que en general la directriz conduce al resultado opuesto: la mayoría acaba más pobre y, lo que es peor, más infeliz. No es sorprendente que un tigre no pueda paladear más que mínimamente el gusto por vivir si siempre ha creído ser oveja. Aunque ello le haga sentir que forma parte de un rebaño, que pertenece a algo que le da un cierto calorcito, una cierta tranquilidad. Sosiego aparente y efímero que se verá trastocado cuando se enfrente a su reflejo, a su verdadero ser.

Desnudarse y empezar a vestirse de uno mismo no es tarea fácil. Cuando uno echa a andar, ya no hay marcha atrás. Se busca un ropaje que está oculto tras muchos otros y del que no se tiene una idea muy clara. Al fin y al cabo, todo nuestro entorno se ha encargado de hacernos ver que tal cosa no existe y de proveernos de un camuflaje que nos disimule entre la manada. Poco a poco empiezan a aparecer señales y personas que van dándonos mayor confianza donde no la había. Son apoyos, ayudas de cámara temporales en un viaje que sólo puede realizar uno mismo. Lentamente las dudas desaparecen, descubrimos talentos insospechados en nuestro interior y los miedos son menos. La soledad adquiere otro significado y descubres que tienes la compañía de otros que transitan ese camino y que no conforman el rebaño…


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