Llega el debut de Julen Lopetegui como seleccionador nacional en partido oficial y en suelo patrio tras el gran rendimiento del combinado nacional en el encuentro amistoso ante Bélgica.
Si el nombramiento del técnico vasco levantó dudas en la mayoría de aficionados (entre los que me incluyo), el partido ante Bélgica nos debe ilusionar sin perder la medida de lo conseguido. Pero tras años cabalgando el debate de la necesidad de refrescar las bases de La Roja parece que ese momento ha llegado y que ha sido para bien.
A pesar de tratarse de un amistoso, Lopetegui, consciente de la entidad del rival y de la importancia de dar un buen nivel en el debut, formó en Bruselas con el que debe entenderse como su equipo titular.
La portería fue el puesto que quedó más claro ya desde el momento de la convocatoria. Al no ser citado Casillas, el puesto para De Gea quedó franco. El meta del United dejó clara su calidad en las pocas ocasiones de los belgas. Reina y Adrián tendrán que esperar sus oportunidades.
En defensa lo esperado. Piqué y Ramos son los centrales titulares con mucha diferencia sobre el resto, a pesar de la vuelta de un Javi Martínez al que si respetan las lesiones es una pieza de confianza, sin perder de vista a Bartra en su aventura alemana.
En los laterales cuenta con dos flechas, rápidos y profundos, Jordi Alba y Carvajal (ante la ausencia de Juanfran). El madridista en concreto fue de los más destacados en Bruselas, enloqueciendo a Jordan Lukaku y haciendo trabajar a destajo a Hazard. Cubriendo sus espaldas, el siempre fiable Azpilicueta y el novedoso Sergi Roberto, a quien hay ganas de ver cómo se desarrolla en ese puesto de la selección.
Por delante podemos hablar de dos líneas de tres jugadores, si bien en los tres de arriba también existen funciones de centrocampista. En la línea más pura de medios tuvimos en Bruselas a Busquets, Koke y Thiago. Sin obviar la ausencia forzada de Iniesta, vemos una voluntad de regeneración, de jugadores jóvenes. Que Thiago lleve el peso del fútbol creativo de La Roja es algo que solo las lesiones y algunas reticencias de Del Bosque habían evitado hasta ahora. En la sub 21 de Lopetegui el hijo de Mazinho brilló a su máximo nivel y ahora en la absoluta parece que le renueva la confianza. En cuanto a Koke, pueda estar ante su oportunidad de confirmarse en la Selección y convertirse al fin en un fijo de la alineación titular, gracias a su doble función de ayuda al indiscutible Busquets en fase defensiva y su valía en la creación.
El estilo de Koke tiene incluso más sentido viendo lo que se cuece por delante de él. En la línea ofensiva, una tripleta variada, el fútbol combinativo de Silva, el desborde de Vitolo y el ariete con capacidad de participación encarnado por Morata. Siendo un trío que podría haber sido utilizado por Del Bosque, se adivina una intención en esta nueva era más vertical, en una progresión similar a la del Barça de Luis Enrique, menos masticar el balón sin perder el buen gusto.
Brillaron arriba tanto Silva como Vitolo, que combinó a la perfección con Carvajal para explotar esa banda derecha de ataque. Tendrá que disputar ese puesto de extremo con Nolito o Lucas Vázquez, ya que los tres muestran alto nivel y, viendo la magia de Silva (que además anotó los dos goles), no parece que Lopetegui se vaya a aventurar facilmente a incluir dos extremos. A Morata no hubo mucho tiempo de verle, su prematura lesión dio paso a un Diego Costa al que se vio mucho más cómodo que en anteriores partidos, con más capacidad para sumarse al juego, menos encerrado arriba. Tal vez el hispanobrasileño llegue en mejor momento, pero tengo la impresión que tiene que ver con el aumento en el ritmo global del juego del equipo.
Con todo ello, la piedra de toque de hoy ante Liechtenstein no tendría más que hacer progresar la seguridad en el buen futuro de este equipo. Suponemos que habrá cambios, aunque no demasiados. La previsible debilidad del rival invita a probar cosas, pero el hecho de ser un partido oficial debe frenar las modificaciones. Muy probablemente entrará en algún momento Asensio quien, más allá de su indiscutible calidad se haya en una disyuntiva de nacionalidades (su madre es holandesa) por la que conviene asegurarse su participación con España.
Así las cosas, la rana que parecía ser Lopetegui en el banquillo de la Selección, a la que los aficionados tuvimos que besar por imperativo legal, se ha convertido en un príncipe encantador. Como siempre en estos casos, prudencia en las buenas y en las malas, aunque el debut fue verdaderamente halagüeño.
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