Francisco Alcaide Hernández.
Lo hemos dicho muchas veces, pero lo volvemos a repetir: la selección de personal es el punto de partida de las empresas que triunfan. Si se falla en esta área, la cosa se complica. Lo mejor que tiene Apple no son sus Iphone, Ipod y resto de tecnología, sino sus ingenieros que diseñan y hacen esos aparatos. Lo mejor de El Bulli de Ferrán Adriá durante tantos años como mejor restaurante del mundo no son sus delicias gastronómicas, sino su equipo de cocineros que preparan esos platos.
Y así pasa con todo. Son las personas las que hacen que las cosas ocurran. Por ello, hay que seleccionar muy bien, y toda cautela que se ponga en la selección nunca es poca.
Los tiempos cambian, y los conocimientos, habilidades y capacidades, son diferentes. Hoy me gustaría apuntar diez que creo que son relevantes para el profesional de hoy. En cualquier caso no es un numerus clausus sino apertus. Aquí van:
1. Flexibilidad:
O dicho de otro modo, tolerancia a la ambigüedad y a la incertidumbre. Todo cambia muy rápido y ello exige una gran capacidad para adaptarse al nuevo contexto. La gente especialmente rígida que sólo sabe moverse por entornos previamente definidos, lo va a pasar mal. Lo importante no es lo que sabes, sino lo rápido que aprendes.
Más importante que tus conocimientos es tu habilidad para saber dónde buscar y qué aprender. Capacidad para separar paja y grano. No se trata de acumular conocimiento por acumular, sino de desarrollar habilidades de búsqueda y filtrado; una cierta sensibilidad para saber qué merece la pena.
2. Agilidad:
A menudo (aunque no siempre) se cumple que quien da primero, da dos veces. Pero hoy es aún más importante. Se necesita gente pragmática y ágil que tenga velocidad de actuación. La parálisis por el análisis es hoy día más peligrosa que nunca. Te deja fuera de mercado. Cuando quieres actuar es demasiado tarde.
El ex CEO de General Electric, Jack Welch, lo tenía claro: «Cuando el ritmo de cambio fuera de la empresa es superior al ritmo de cambio dentro de la empresa, el final está cerca». La capacidad de tomar decisiones es una característica de las personas de alto rendimiento. Y la capacidad de tomar decisiones está asociada a la capacidad de asumir riesgo. El temor a equivocarse agarrota, reprime, acartona.
3. Optimismo:
En Fast Good Management (@fastgoodmanagem) decíamos: «A los optimistas se les debería pagar más. Producen una cadena de consecuencias que aumentan sensiblemente el rendimiento de la organización». Es una frase chocante y que llama la atención a primera vista pero tremendamente cierta y que deberíamos poner más en práctica. Sabemos que entre los cinco criterios que utiliza la NASA para seleccionar a sus astronautas, uno de ellos es el optimismo.
El motivo es sencillo: rara vez las cosas salen como se habían previsto y es frecuente que aparezcan elementos que hagan que discurran por derroteros inesperados. Entonces, más que nunca, se necesita gente que tenga su mirada educada para descubrir soluciones y no para encontrar problemas. Hay que huir de los quejicas, victimistas y pesimistas.
4. Resistencia Emocional:
Hoy día prácticamente cualquier iniciativa que uno ponga en marcha está condenada a desaparecer con mayor o menor celeridad. Hay que ser fuerte (muy fuerte) emocionalmente para hacer frente a los momentos de derrota, a los momentos de sequía, a los momentos de bajón.
La vida no es una línea recta (nunca lo ha sido), pero de ahora en adelante cada vez más se irán alternado con mayor frecuencia los picos y valles. Habrá más momentos de ruptura, de crisis, tanto profesionales como personales. Hay que aprender a gestionar oportunamente la adversidad, el fracaso y la soledad sin tirar la toalla. Ser mentalmente fuerte. Te recomiendo que leas Desde la adversidad: liderazgo, cuestión de carácter, de Santiago Álvarez de Mon.
5. Capacidad de Trabajar en Equipo:
Si eres un lobo de estepa solitario, tus posibilidades de éxito son limitadas. Detrás de cualquier éxito lo que hay son equipos, la suma de complementariedades fuertemente cosidas por un proyecto común. En entornos complejos, más todavía. Tú tienes muchas cosas que aportar, pero sólo no llegarás a ningún lado, porque también tienes carencias. En los posts Equipo, equipo y equipo y también La carpintería y el trabajo en equipo, puedes leer algunas de las claves del team building.
Y recuerda las palabras de Amancio Ortega hablando sobre Zara: «Mi éxito es el de todos los que colaboran y han colaborado conmigo. Un ser humano no puede ser tan inteligente, tan poderoso o tan prepotente como para hacer él solo una empresa de este calibre. Son muchos los que se han dejado la vida en la empresa. Son muchos los que han hecho realidad esta joya desde el principio hasta hoy» (y no dejes de leer el post Así es Amancio Ortega: el hombre que creó Zara).
6. Multidisciplinariedad:
O dicho de otra manera, empápate y báñate en la diversidad: diversidad de culturas, diversidad de disciplinas, diversidad de experiencias... Todo ello te aporta inputs muy suculentos para generar outputs valiosos. La creatividad, esto es, la facilidad para ver la realidad de manera poco habitual, nace del roce y la combinación de cosas diferentes.
Hay que tener una mirada transversal, global e integral de la realidad. Hay que ser un animal curioso. Todo da información, datos, ideas: los libros que lees, los viajes que haces, las personas que conoces, las películas que ves, los paisajes que contemplas... Te recomiendo, si no lo has hecho ya, que leas o releas el libro El Efecto Medici, de Frans Johansson.
7. Capacidad comercial:
Todas las empresas (Telefónica, Zara, El Corte Inglés...) viven de lo mismo: de vender. Hay que tener una fuerte orientación comercial. Si no se vende, no se come. Y toda la organización, de manera más o menos directa, debe intentar vender. Aquí incluimos también la capacidad para el networking que puede abrir muchas puertas. Saber relacionarse y la gestión estratégica de los contactos es vital.
No olvides que según la Teoría de los 6 grados de Harvard, entre tú y cualquier persona del mundo sólo hay seis pasos intermedios. Como dice John C. Maxwell (@johnmaxwellco): «Trabajar duro no es suficiente; tampoco ser excelentes en lo que hacemos; para ser exitoso tienes que aprender a establecer relaciones». Te recomiendo que leas El poder de las relaciones. El autor Brian Tracy (@briantracy) también apuntaba: «Venderás más en la medida que seas capaz de llevarte bien con gente de personalidades diferentes».
8. Compromiso:
En una moneda, una de las caras es la excelencia, y en la otra está el compromiso. Sin compromiso no hay excelencia. Tienes que comprometerte con algo, con lo que quieras, pero comprométete. Hoy día la competencia es más fuerte que nunca, y para seguir vivo y coleando no basta con cubrir el expediente. Es la filosofía de la mejora continua. Compromiso es estar dispuesto a darlo todo. Según Peter Senge «el 90% de la parte del compromiso que creemos que tienen nuestros profesionales no es compromiso sino conformidad».
Y de acuerdo con las investigaciones de Meyer, Allen y Smith, deberíamos distinguir tres tipos de compromiso: a) afectivo: se da en aquellos trabajadores que están en la empresa porque quieren y desean hacerlo, porque entienden que es el mejor lugar para trabajar; b) normativo: se aplica a aquellos que están en la compañía porque creen que así deben hacerlo; y c) continuista: se produce en esos trabajadores que continúan en una organización porque no tienen otra opción. Desde luego que no vale otra cosa que el compromiso afectivo.
9. Visión de futuro:
Saber anticiparse nos coloca en una situación ventajosa frente a los competidores y ello tiene mucho que ver con la capacidad de leer entre líneas, de captar detalles, de ver más allá de lo explícito, de descifrar tendencias; un cierto olfato para saber por dónde van los tiros; una fina sensibilidad intuitiva.
Siempre ha sido una cualidad importante que ha distinguido a grandes líderes, pero hoy lo es aún más porque las ventajas competitivas tienden a reducirse en periodos más breves. Ser capaz de ir un paso por delante nos pone en una posición de privilegio.
10. Capacidad de gestionar presión y tensión:
Todo el mundo presiona: clientes, proveedores, la velocidad del mercado... Y no es fácil mantener la serenidad de espíritu en ese contexto. Hay gente que ante la presión se viene abajo. Le puede. Se bloquea y todo acaba saltando por los aires. La tendencia en la que se mueve el mundo necesita de gente que sepa mantener el nivel de activación óptimo sin saturarse.
Y ello requiere mucha inteligencia emocional para saber lidiar con situaciones tensas, mucha mano izquierda, mucha tranquilidad interior. No es nada sencillo mantener el equilibrio cuando todo tiembla alrededor. Desde luego, una virtud muy apreciable.
Viernes, 22 de junio de 2012
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Fuente: Francisco Alcaide Hernández
Imagen: Success tools