Una guerra nuclear no puede ser ganada y nunca debe ser luchada. La única utilidad de que nuestras dos naciones posean armas nucleares es asegurar que ninguna las usará contra la otra. Pero, entonces… ¿no sería mejor deshacerse de ellas completamente?
Esto no lo dijo Ralph Nader. No lo dijo Noam Chomsky. Esto lo dijo Ronald Reagan en 1984. Y, por si no quedaba claro, también esto:
Buscamos la eliminación total de las armas nucleares sobre la faz de la Tierra.
Quiero creer que lo dijo con sinceridad, aunque Reagan demostró tras ganar las Elecciones que no era tan mal actor como muchos pensaban.
Pero fue hace mucho y las cosas han cambiado, ¿verdad? Ahora, el terrible Kim Jong Un lidera una potencia a cuyo lado la Unión Soviética parece San Marino. Por fortuna, el valiente presidente Obama, este mismo año, no se achantó e insistió en hacer méritos para que algún día le den el Premio Nobel de la Paz y… Oh, wait.
En aquellas naciones, como la mía, que poseen arsenales nucleares, debemos tener valor para escapar la lógica del miedo y perseguir un mundo sin ellos.
Barack Obama en Hiroshima, estrechando la mano del primer ministro japonés, Shinzo Abe.
Con discursos tan bellos y sensatos al mismo tiempo, ¿qué más se puede pedir al gobierno federal estadounidense? Bueno, algún detallito, algún bonito gesto de vez en cuando… no estaría mal. Por ejemplo, no votar NO cuando se somete a sufragio la cuestión de un tratado internacional para prohibir las armas nucleares.
Imagino que eso era pedir demasiado.
El pasado jueves 27 de octubre, los estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas votaron una resolución por la cual habrían de comenzar negociaciones internacionales con un objetivo: la prohibición total de las armas nucleares en el planeta. Una resolución liderada por México, Austria, Sudáfrica, Irlanda, Brasil y Nigeria. Esa resolución, bajo el título de Taking forward multilateral nuclear disarmament negotiations, puede descargarse en PDF aquí.
Francisco I, a favor de la prohibición total de las armas nucleares.
Pese al intenso lobbying de las potencias nucleares, la resolución fue aceptada con 123 votos a favor por 38 en contra y 16 abstenciones. Una mayoría aplastante que, eso sí, se ha topado con la oposición de importantísimos países desarrollados.
Entre ellos, como veremos… España.
Estados Unidos votó NO. ¿Realmente preocupa a los Demócratas, como advierte repetidamente la señora Clinton, que Donald Trump pudiera tener el control de las armas nucleares en el improbable caso de ganar las Elecciones? Si es así, ¡podrían dar algún pasito para evitarlo!
Podrían haberse escudado en la necesidad de ampliar el actual Tratado de No Proliferación Nuclear, como han hecho otras naciones para quedar bien ante la galería. Pero el embajador estadounidense, Robert Wood, fue deliciosamente explícito:
¿Cómo puede un estado que depende de las armas nucleares para su seguridad unirse a una negociación para estigmatizarlas y eliminarlas?
Japón votó NO. Así es. La nación que más ha sufrido las armas nucleares, la que cada agosto lleva flores a Hiroshima y Nagasaki… se opuso a las negociaciones para prohibir las armas nucleares.
Reino Unido votó NO. Los sempiternos aliados de Estados Unidos no quieren sorprendernos. ¿Cambiaría algo si Corbyn ocupara el lugar de May?
Francia y Rusia votaron NO. Potencias nucleares que quieren seguir manteniendo una pieza clave en su poderío militar, aunque sea con fines de disuasión e intimidación.
República de Corea (Corea del Sur) votó NO. Uno piensa que la tensión producida por la amenaza nuclear de sus vecinos del Norte disminuiría si sus vecinos del Norte no tuvieran armas nucleares; si existiese un tratado internacional que legitimara su desarme forzoso. Pero estoy siendo demasiado simplista. Hay muchas variables geopolíticas involucradas, ¿no?
Alemania votó NO. Parece que las relaciones con Francia y otras potencias nucleares evitaron que los representantes alemanes replicaran el JA de los austríacos.
España votó NO. Supongo que dudábamos entre replicar el voto de Estados Unidos y replicar el voto de Alemania, pero, para nuestra suerte, ambos se opusieron y nos lo dejaron muy claro. A los medios españoles, de todas formas, les importaba tanto la predecible votación de la investidura de Rajoy que la de las Naciones Unidas no tuvo mucha repercusión.
Albania, Australia, Bélgica, Bulgaria, Canadá, República Checa, Dinamarca, Estonia, Grecia, Hungría, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Montenegro, Polonia, Portugal, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia y Turquía votaron NO. Junto con Alemania, República de Corea y España, estas naciones firmaron esta explicación. Unas excusas muy débiles, desde luego:
- Votamos NO porque las potencias nucleares se han opuesto a la resolución, y esta difícilmente puede prosperar sin el apoyo de quienes poseen armas nucleares.
- La resolución dificultaría el cumplimiento del Tratado de No Proliferación.
- Nuestro objetivo es también la eliminación total de las armas nucleares, pero para ello necesitamos un tratado que no implique enfrentarse a los estados con armas nucleares, sino cooperar con ellos.
Es decir, no vamos a votar SÍ porque hay peces gordos que van a votar NO.
Andorra, Bosnia-Herzegovina, Croacia, Israel, los Estados Federados de Micronesia, Mónaco y Serbia votaron NO sin ofrecer una explicación formal. Israel, de hecho, es uno de los cinco países que ni siquiera suscribe el Tratado de No Proliferación Nuclear, junto con India, Pakistán, Sudán del Sur y Corea del Norte. ¿Qué sensatez hay en votar NO basándose en el TNP, siendo que el TNP no es cumplido por los adscritos ni compartido por todas las naciones?
Palacio de las Naciones, Ginebra.
Al final, resultó que la resolución fue aprobada gracias al apoyo masivo de los países en vías de desarrollo y del Tercer Mundo. Los poderosos en aquellas naciones que poseen un arsenal de ojivas nucleares no están interesados en ningún tipo de prohibición, pese al despliegue de hipocresía que exhiben cada 6 de agosto. Al menos, los dirigentes de Israel tienen siempre una posición honesta: no se adscriben al Tratado de No Proliferación porque no tendrían intención alguna de cumplirlo, y no explican su oposición a un nuevo tratado internacional cuestionando su efectividad.
Me despido con un final de Hideo Kojima, que me cae mejor que Shinzo Abe.