Revista Salud y Bienestar

Los 4 aliados del sedentarismo

Por Robertosancheze

Cuando uno se plantea moverse, o re-moverse, no viene mal hacerse a la idea del contexto sedentario, del escenario, de la situación. No por huir o luchar contra lo que haya, lo que vendría a ser una reacción instintiva en plan macho alfa. Aquí no va a haber ninguna guerra, ni pains ni gains, ni límites que buscar o mucho menos encontrar. Más bien se trata de conocer, aceptar y responder con amor –propio– al sedentarismo y sus nefastas consecuencias. En fin, optar por una actitud pro-evolutiva, la de un hombre hecho y derecho.

Los aliados del sedentarismo, los secuaces del Lado Oscuro del inmovilismo, son:

1. Las comodidades modernas

Ascensores, sillas, carritos de la compra, coches, sofás, escaleras mecánicas. Cualquier cosa que o bien nos mueva sin movernos, sin obligarnos a quemar ni una sola caloría ni activar ni una sola neurona, o bien nos invite a mantener la misma posición durante horas y horas de una forma confortable.

Coloca esas 3, ó 6, ó 10 horas semanales de actividad física especializada –bastante pobre en cuanto a diversidad y globalidad– a un lado de la balanza. En el otro platillo pon todo el tiempo que pasas durmiendo o sentado. Y no sentado de cualquier manera o de mil maneras diferentes –como hemos hecho durante miles de años antes de inventar una serie de “comodidades”, algo que también es una forma de movimiento–, sino sentado en la misma silla, el mismo sofá y el mismo asiento de coche exactamente de la misma forma y con la misma postura, horas y horas y horas, durante días, semanas, meses y años. ¿Qué crees que pesará más para el estímulo y la salud de tus articulaciones, tus músculos, tus huesos, tu sistema nervioso, tus arterias y venas, tu aparato digestivo, tu mente?

“Hacer ejercicio no es suficiente” – Décimo aprendizaje

La sobreutilización de todos estos cachibaches son las principales causas de sobrepeso, sobreconsumo de comida e información, sobre-trabajo, y sobrecargas por déficit de movimiento, por no decir de sobre-tristeza, característica común de nuestras vidas zombies.

Algunos pensarán “qué radical”.

Primero, recomiendo leer mi ebook gratuito Semibienestar –suscríbete y descárgalo–, donde dejo claro que no se trata de renunciar a todo eso, sino de conocer sus efectos, reconocer su uso exagerado y resolver una situación que, literalmente, nos está matando –en vida.

Y segundo, pregunto: ¿radical comparado con qué? La verdad, no sé qué es más radical, aunque a mí me parece un tanto extremo acumular diez o doce horas consecutivas entre cama y sofá, desde el atardecer hasta el amanecer, para levantarse por la mañana, mantenerse en pie durante media horita, y sentarse durante diez o doce horas más entre coche y silla en la oficina. Y así, día tras día, repetir el bucle durante cuarenta años o más. No tengo datos concretos, y cada persona es un mundo, pero te invito a unirte al Proyecto Re-movimiento y comprobar, en el primer ejercicio que haremos, cuantas horas a la semana estás de pie y cuantas en reposo. Resulta esclarecedor.

2. La biología de la voluntad

En cierto modo, moverse voluntariamente sin necesidad alguna –de supervivencia– va en contra de una de las leyes naturales más potentes, la economía energética.

De hecho, la voluntad consciente es una capacidad muy reciente, evolutivamente hablando. El inconsciente es el verdadero comandante, de ahí que la voluntad se agote tan rápidamente, y de ahí que requiera precisamente de un trabajo paralelo de conciencia. Sin él, si la guía es totalmente inconsciente, la voluntad no tiene nada que hacer.

Por eso, aparte de cultivar la conciencia, es necesario tener en cuenta otra realidad. Como decía, la voluntad, finita y limitada, dura poco, incluso aunque uno sea –o se crea– una especie de iluminado. Por tanto, si uno quiere integrar el movimiento en su vida cotidiana, algo primordial será aceptar esa limitación y apostar por el “día a día” y los “pasitos de bebé” –prestados de Homo Minimus.

Otra vez: direcciones, no objetivos. Las consecuencias vendrán solas.

3. La posibilidad de placer inmediato

No hay ninguna duda. Moverse estimula nuestros circuitos de recompensa desde hace millones de años, desde las primeras formas de vida superior, así como provoca la secreción de endorfinas y nos evoca placer.

El problema, comparado con otras actividades, es que requiere de dos factores: inversión energética –voluntad y esfuerzo– y tiempo –no es algo inmediato.

En cambio, tenemos tantas otras posibilidades que implican menos gasto y reportan un placer mucho más inmediato…

– Picar algo de la nevera, comerse una bolsa de patatas fritas en el sofá, pedir una pizza por teléfono.
– Ver la televisión y perderse en un universo imaginario de series y películas, jugar a la videoconsola.
– Navegar sin rumbo por internet para socializarse desde casa y chafardear perfiles de twitter, o facebook, o instagram, o youtube, o espachurrarse en la cama para hablar con diez personas a la vez por whatsapp.

–Rober, eres un radical…

¿Otra vez?

4. La represión corporal sociocultural

Como explicaba en mi cuarto aprendizaje vital como entrenador personal, la educación física de nuestra cultura es penosa. Se le da muchísima más importancia a la mente que al cuerpo, sin comprender que la mente está en el cuerpo y evolucionó para el cuerpo. Lo demás es un reflejo de esta represión corporal.

Aparte de económico, algo primitivo, instintivo y biológico –la belleza de la simetría y la aprobación social– mantiene cierto interés por el culto al cuerpo, aunque sólo desde un punto de vista estético, algo que te invita a aparentar un cuerpo, no a desarrollarlo o realmente serlo, moverlo.

La prueba de esta represión la tendremos dentro de unos cinco meses, espero, cuando unos cuantos nos hayamos unido para re-movernos y hayamos sufrido todo tipo de juicios, por el simple hecho de descalzarnos en casa, caminar muy a menudo, trabajar y comer de pie o sentarnos en el suelo. La mayoría de la sociedad se resistirá al movimiento, a cambio de seguir apoltronados delante del televisor, trabajar más horas delante del ordenador, usar el coche para ir al súper, en fin, vivir más cómodos. Y encima tacharán a los que se mueven de frikis, o de radicales, otra vez, o de obsesos del deporte, cuando moverse no es ni “hacer ejercicio” ni “practicar deporte”. Tiempo al tiempo…

¿Quieres moverte? Dirígete hacia el movimiento, muévete todos los días y a todas horas. Y, de paso, mantén en el rabillo del ojo a estos cuatro aliados del sedentarismo.


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