Revista Asia

Los 47 ronin, el desenlace

Por Pitiwo

El funcionario al ver que los samuráis se declararon ronin tuvo la sospecha de que podía ser una trama para intentar asesinarlo, por lo que decidió convertir su casa en un fortín (algunos funcionarios de la época tenían mansiones enormes) y contratar más guardia personal.

Cuando los ronin empezaron a investigar sobre Kira Kozukenosuke Yoshinaka vieron la cantidad de guardia que había contratado, esto les llevó a aplazar el plan y esperar a que todo se calmase.

Debido a que habían perdido su estatus social y sus familias habían renegado de ellos, se hicieron pasar por mercaderes o monjes para poder ganarse la vida y dar la impresión de que eran unos simples cobardes que no habían querido morir.

Uno de los ronin llamado Oishi y seguidor de código Bushido, decidió abandonar a su mujer y buscarse una mujer más joven, a la misma vez alardeaba de que no le importaba lo que le había pasado a su señor y que él prefería seguir viviendo bebiendo sake y disfrutando de su joven concubina.

Oishi estaba centrado completamente en idear un plan para matar a Kira pero este no bajaba la guardia;  el entrar en su casa sería matar muchas personas inocentes y quizá no cumplir con el plan. Una noche volvía a casa tan borracho que acabó durmiendo en la calle.

Un hombre de Satsuma, al verlo se acercó y le abofeteó, recriminándole sus acciones y que ahora estuviese viviendo de esta manera cuando su señor había muerto por culpa del funcionario, incluso le dijo que era una vergüenza para cualquier samurái una persona como él.

Los 47 ronin, el desenlace

Uno de los guardias escuchó lo que había pasado esa noche y se lo comento al funcionario, este se alegró al ver como los ronin no pensaban asesinarlo y que todo había sido un ataque de pánico. Kira se reía viendo la estúpida vida que habían decidido llevar los ronin y del miedo que había tenido de una banda de miserables.

Poco a poco, Kira fue despidiendo a sus protectores y tomando menos medidas de seguridad a la hora de salir a la calle. Los ronin vieron que el plan estaba surtiendo efecto y que pronto se podría atacar a Kira.

El plan consistía entrar en la casa y matar al funcionario, para ello uno de los ronin se había casado con la hija del arquitecto de la casa de Kira y tenía todos los planos de esta. Por lo que conocían perfectamente cómo moverse por la casa.

Después de un año por fin el día había llegado. Los ronin entraron en la mansión por el lugar menos vigilado y atacaron la fortaleza. Los guardias de Kira lucharon bravamente pero no consiguieron parar la sed de venganza de estos samuráis y el funcionario al final fue atrapado.

Kira fue presentado ante Oishi y este le concedió el derecho de morir por seppuku. El funcionario que era un cobarde pidió clemencia y respondía con evasivas a la petición de Oishi. Este le cortó la cabeza con la daga que Asano realizó el seppuku.

Una vez muerto, la cabeza fue llevada por los ronin ante la tumba de Asano para mostrar respeto a su espíritu.

La respuesta del gobierno no se hizo esperar, los ronin fueron apresados al día siguiente por los soldados japoneses sin presentar ninguna resistencia. Estos fueron llevados al castillo del señor Sengoku.

El shogun, maravillado por lo que le habían contado decidió volver a escuchar la historia directamente de sus bocas y fueron tratados como invitados de honor en su castillo mientras se decidía la sentencia para los 47 ronin.

El pueblo se levantó y pidió que no fueran condenados a muerte como simples ladrones ya que habían actuado con honor. El problema, al igual que ocurrió con Asano, es que el crimen no podía quedar impune y por ello se decidió darles el honor de morir por seppuku.

tumba de los 47 ronin

 El shogun les informó de la sentencia y les preguntó cómo querían llevarlo a cabo, ya que quería ayudarlos en todo lo que pudiese. Oishi dijo que lo único que pedía es que este fuera realizado por rangos.

Ese día murieron los 46 ronin por seppuku y fueron enterrados en Sengaku-ji con todos los honores que podía tener un samurái al morir. Desde ese momento Sengaku-ji se ha convertido en un lugar de gran valor y de ejemplo de lo que significa el honor para la sociedad japonesa. Mucha gente sigue visitando el lugar para mostrar su respeto a estos verdaderos samuráis.

Allí se encuentran dos tumbas más de samuráis que no murieron ese día:

  •  Kayano Sanpei que cometió seppuku antes del asalto a la fortaleza de Kira porque su familia le prohibió formar parte del plan de Oishi.
  • Terasaka Kichiemon que fue el encargado de volver a Ako para informar de lo ocurrido y le fue concedido el perdón. Al fallecer al cabo de los años, este fue enterrado junto a los otros samuráis.

En este mismo lugar existe otra tumba más cuya historia ha pasado desapercibida y es el hombre de Satsuma que insultó a Oishi por su comportamiento. Cuando llegó a sus oídos el porqué Oishi estaba actuando de tal forma, se sintió tan mal que fue a su tumba para implorar su perdón.

La falta de respeto que había tenido hacia una persona que representaba todo los valores de un samurái le hizo cometer seppuku frente a la tumba de Oishi. Cuando los japoneses descubrieron su cuerpo decidieron enterrarlo allí que es donde él hubiese deseado estar.

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