Imagen tomada de Limagris
Tengo ciertas convicciones sobre la humanidad, sobre todo cuando se trata de los compatriotas. El hombre todavía sigue siendo un ser cavernario; esto es, aún camina sin la lumbre necesaria que le permite ver, entender, razonar, reflexionar, en cuanto es un ser racional. Todo esto, viene a colación a propósito de lo absurdo e indignante que ha resultado la elección de los miembros del TC, el BCR y la DP por el Congreso de la República: llámese a viva voz la REPARTIJA.
PRIMERAMENTE, debo decir que los políticos -especialmente los nuestros-son tan cavernarios y tan poco inteligentes y pragmáticos, tan poco claros y -cómo no- tan necios como para tomar decisiones sesudas, sobre todo, aquellas que requieren de un debate a conciencia, a plenitud, como para generar la gran transformación de la sociedad y la nación peruana -y no hablo de esa "gran transformación" de los nacionalistas, que nunca ha existido sino en su imaginación y que ha servido para ganar los votos necesarios con tan de hacerse con el poder; la misma que ha sido comprada por la Derecha Bruta y Achorada (cavernaria, ¿no?) para ser archivada en el cajón de los muertos olvidados.
SEGUNDAMENTE, estos mismos hombrecillos, politicastros, mercachifles oportunistas más bien -vergonzosa e injustificadamente mal llamados los padres de la patria- carecen de todas las aptitudes para ser congresistas (salvo mínimas y delicadas excepciones). ¿Qué hacer, hermanos y compatriotas? ¡Ay! Desgraciadamente, no tenemos muchas opciones. Excepto una: la protesta. La protesta desde todos los frentes. La lucha popular de los jóvenes y los no tan jóvenes. La unión movida por la fuerza de nuestras firmes convicciones de libertad, ética, patriotismo democracia y justicia. ¡Sigamos firmes y vigilantes hasta que se corrija, total y absolutamente, el daño moral y ético que la nación peruana ha sufrido como una dentellada en el corazón del hijo que nace!
TERCERAMENTE, no solo exijamos la anulación total de esta mamarrachada inombrable: que el señor Isla, dé un paso al costado porque ha demostrado incapacidad moral y ética como para seguir a la cabeza del Congreso.
CUARTA -y finalmente- que la insuficiencia mental de estos speluncam homines no sea la causa de nuestra desgracia. Que la providencia -si existe- nos libere de semejante brutalidad.
L. A.