El artículo Los arquetipos literarios es propiedad de Carmelo Beltrán.
Hace unos cuantos meses se habló en este blog sobre el viaje del héroe. En él se hizo referencia al monomito de Joseph Campbell y a las doce horas por las que todo protagonista atravesaba. Ya fuera de carácter literario, cinematográfico o una leyenda de otro tiempo, lo descrito por el sociólogo conformaba el esqueleto a partir del cual se ha construido prácticamente toda historia que hayamos consumido. Es indiferente la época o la cultura, pues esta base se encuentra presente a lo largo del planeta. No obstante, referirise únicamente a este punto dejaba un eslabón sin atar. Y es que de la mano siempre se presentan los arquetipos de Jung. Y eso es de lo que se va a hablar en este artículo.
Hace tiempo se publicó un artículo al respecto durante #FantasyMarch. No obstante, en esta ocasión el objetivo es ampliar el contenido de lo mencionado. Abarcar una mayor cantidad de temas y ser capaz de ilustrar de todavía mejor manera la realidad de los arquetipos literarios.
A modo de mera curiosidad. El artículo citado sobre las doce horas del héroe marcó un punto de inflexión en este espacio. Fue el paso de la creación de contenido sin más, a la preocupación por aportar valor en cada una de mis publicaciones.
Qué es un arquetipo en la literatura
Los arquetipos fueron descritos por primera vez por Jung en el año 1959. El autor definía esta figura como «formas o imágenes de un colectivo que ocurren de manera paralela a lo largo de la tierra como consecuencia de los mitos y, al mismo tiempo, de forma biológica basada en el pensamientos de los productos individuales con origen inconsciente».
Su principal valor consiste en la capacidad que presentan de conectar la narración con los lectores (en nuestro caso), o con cualquier otro espectador, en función del formato en el que nos encontremos.
Así, su impacto deriva de la propia experiencia humana. Cuando un lector se encuentra delante de un arquetipo se halla en una situación conocida. Con unas características y formas de actuar que ya le son familiares, por lo que siente mucho más cómodo a la hora de formar parte de la narración.
No tiene que realizar un esfuerzo para conocer algo nuevo, sino que es más que probable que ya haya paseado con personajes semejantes. Un ejemplo muy claro es que aquel que conozca a Dumbledore encontrará semejanzas cuando descubra a Gandalf. De esta manera, los personajes son capaces de erigirse como voz propia de la historia de los lectores.
Desde la publicación del texto de Jung se han realizado las más diversas clasificaciones. No obstante, para este artículo se ha escogido la de Woodside del año 2010, pues es la más empleada en la actualidad.
Una clasificación de arquetipos literarios (Woodside, 2010)
Como se comentaba en el apartado anterior, ha habido diferentes clasificaciones de arquetipos a lo largo de la historia. Sin embargo, salvo pequeños cambios que se han realizado en terminología o a causa de la combinación de algunas de las propuestas, todas ellas acostumbran a mantener el mismo esqueleto y estructura.
La clasificación de arquetipos literarios es:
- La última fuerza.
- La sirena.
- Héroe.
- Antihéroe.
- Creador.
- Cambio maestro.
- Rompemoldes.
- Hombre sabio.
- Leal.
- Engatusador.
- Enigma.
En las siguientes líneas toca explicar cada uno de ellos y tratar de ilustrarlos mediante ejemplos literarios que todo el mundo conozca. Es importante señalar que si bien muchos de estos ejemplos son del mundo de la fantasía, se puede aplicar esta clasificación a cualquier tipo de historia. Lo que sucede es que en este género se encuentra todo muy claro.
La última fuerza
En un determinado momento de la historia, los personajes hallarán un obstáculo que debe de ser superado. Así, la fuerza, que será considerada como la última esperanza, recaerá en las manos del arquetipo del héroe (del que hablaremos más adelante) y este tendrá que poder probarla superando esta prueba.
No tanto como un personaje, se considera la última fuerza a una circunstancia o hecho que pueda cambiar el porvenir de los acontecimientos. Si bien deberá de ser utilizada por el personaje principal, requerirá de ese factor (causal o casual) que pose en sus manos la herramienta precisa para poder sacarle partido. No obstante, se señala como arquetipo porque debido a su importancia suele tener el caliz de personaje en sí mismo.
La sirena
Comúnmente se ha asociado siempre a la idea de sexualidad y placer, pero no requiere de estas características para causar su efecto. Los principales rasgos son su inteligencia y sus instintos para generar una respuesta. Si bien esta era originariamente dirigida a los hombres, en las nuevas vertientes no se elimina a la mujer como receptora de estos estímulos.
Surge a partir de las famosas sirenas de La odisea. Esa escena que todos conocemos en la que el protagonista tiene que atarse al mástil de su navío para no sucumbir a la locura y entregarse a una muerte segura en las manos de estos seres.
Héroe
Si hay un arquetipo que no requiere presentación es este. Con habitualidad es el que enarbola el protagonista de la obra, aunque existen excepciones en las que estas historias son narradas desde puntos de vista secundarios, como es el caso de Sherlock Holmes.
En su origen estaba considerado un personaje fuerte y competente, pero con el paso del tiempo se ha llegado a la postura de aquel que necesita aprender y evolucionar para poder enfrentarse a la tarea que tenga por delante. Por ello se narra su evolución hasta convertirse en maestro y desarrollar esa capacidad de cambiar el mundo.
Antihéroe
Toca darle la vuelta a la moneda y llegar hasta el antihéroe. Parecido al anterior, pero con un sentido de la ética y la moral muy distinto. Prácticamente nulo. Pues se trata de un personaje que romperá las reglas para alcanzar sus metas y no le importará cuánto tenga que sacrificar para ello.
Con habitualidad se mofa de los personajes que sean más puros y nos mostrará que tanta bondad no sirve para nada en un mundo que esté plagado de oscuridad, corrupción y dolor. Enarbolará la astucia como bandera y normalmente acompañará sus gestos de inteligencia y comentarios agudos que hará que nos encandile su actuar.
Son muchos los que podrían hallarse en este lugar, pero uno de los ejemplos más claros es el de Tyrion en Canción de hielo y fuego. Un personaje que se vale de su astucia, hilos e inteligencia para poder continuar en el juego de tronos.
Creador
En toda historia existe un personaje que destaca por su imaginación. Su inteligencia es tan elevada que les permite superar los obstáculos evitando la mayor parte de los problemas. Cuando se encuentran en un callejón sin salida son capaces de darle la vuelta a la tortilla.
De esta manera, son personajes que se valen de su imaginación e inspiración para enfrentarse a los desafíos. Todos los actos de su vida están definidos por la creatividad, originalidad y la creación de sí mismos.
Son fáciles de identificar. Normalmente ocupan el papel de secundario, pero ese instante en el que el héroe se atasca es cuando brillan con más fuerza.
Cambio maestro
Hay que tener cuidado al comparar el arquetipo del cambio maestro con el del creador. Es posible que en ciertas facetas coincidan, por lo que ahora te toca abrir mucho los ojos y leer con atención.
Se trata de un personaje intuitivo. De esos que tienen pálpitos, pero que, a diferencia del creador, no basan sus acciones en un pensamiento creativo, sino que prefieren actuar a cualquier tipo de reflexión.
Están decididos a marcar la diferencia a partir del cambio. Representan la transformación, la mejora personal y el deseo de ser el único capaz de controlar su propio destino.
Rompemoldes
Se trata de un personaje muy particular. Es aquel que es capaz de influenciar las decisiones de otros, pero no desde la vía de la manipulación, sino que va a representar la autoridad. El poder que te otorga un cargo, posición o el simple respeto del resto debido a experiencias pasadas.
Es difícil de describir sin ejemplos, pero quizás el caso más arquetípico sería ese caballero que ha triunfado en mil batallas y por ello le siguen todos con confianza ciega.
Hombre sabio
Otro de esos arquetipos que todos tenemos en la cabeza. Normalmente representado por un anciano cuyos años le han brindado una experiencia con la que ayudar al héroe, su función será la del consejo y la herencia del conocimiento.
Sin duda, se trata de uno de mis arquetipos favoritos. Es una de las clases de personajes con las que mejor concuerdo.
Leal
También nos va a sonar a todos. Es el personaje que personaliza la amistad. El amigo fiel en el que el héroe podrá apoyarse ocurra lo que ocurra.
Su papel es fundamental en las historias. Va a permitir que los protagonistas no se sientan solos y mostrar su vulnerabilidad ante el rescate de estos. Serán aquellos con los que desarrollen una mayor confianza y van a ser fundamental para la evolución como personajes.
Engatusador
Es un arquetipo que representa la inteligencia, pero enarbolada para conseguir oscuros fines. Es un personaje cuya mayor fuerza es la astucia y sus ansias de poder. Conoce muchos secretos y desarrolla la habilidad de la manipulación a la perfección. Siempre con el objetivo de lograr sus propios intereses.
Ha habido muchos a lo largo de la historia, pero en esta ocasión toca volver al que es uno de los orígenes de este arquetipo. Lady Macbeth en Macbeth, la obra de 1606 de Shakespeare, en la que manipula a su marido para que cometa un acto atroz con el objetivo de lograr su meta.
Enigma
Representa el mensaje universal del misterio, el enigma y la incertidumbre. Su mera presencia es un secreto y normalmente un elemento importante de la trama gira en torno a su figura. A día de hoy no se me ocurre ejemplo más claro que Cthaeh en Crónica del asesino de reyes.
Por qué se emplean los arquetipos
Una duda que es legítima en todo caso. Los arquetipos se emplean porque son estructuras de personajes ya conocidas que van a permitir al lector identificarse rápidamente con el personaje.
Cuando en la actualidad, por ejemplo, vemos a ese hombre mayor, con barba, solemos interpretar a distancia que enarbolará el de ser el consejero del héroe. El hombre sabio.
Nos permiten situarnos sin necesidad de realizar un esfuerzo más allá. Además, que su creación no se define por la intención, sino que el resultado se agrupa en aquellas clases descritas por Jung en 1959.
¿Encajan a la perfección los arquetipos?
No, no tienen por qué. Habrá casos donde la consonancia sea clara y otros que podamos incluirlos en diferentes partes. Hay que pensar que se trata de una clasificación primaria y que los personajes son cada vez más profundos, por lo que es normal, e incluso beneficioso, que cada vez existan mayores disonancias.
Sin embargo, no deja de ser interesante ver cómo el estudio de Joseph Campbell y el de Jung se combinan de tal forma que sigue siendo actual, a pesar de que se sucedan las décadas.
El artículo Los arquetipos literarios es propiedad de Carmelo Beltrán.