Antes, la UE, cuando se cargaba un sector industrial español, lo hacía a largo plazo, comprando voluntades (hola kilómetros de autovías), de forma que no parecía evidente. Hoy lo hace de cara, sin esconderse. Es lo que viene a decir el Comisario de Competencia, Joaquín Almunia: se acabó lo que se daba, adiós a los astilleros. Fue bonito mientras duró.
Roma paga a traidores. Qué gran época nos toca vivir.
Me gusta tanto como al que menos, que los gobiernos subvencionen industrias: no me parece ético y además, esas subvenciones benefician al que lo hace mal y obligan al que lo hace bien a hacerlo mal. Salvar empleos con dinero público suele tener como principal efecto que al resto de sectores económicos les cueste más crear empleos. Dicho esto, hay que reconocer que el culebrón del tax lease no se refiere a una subvención directa, sino a una construcción legal por la que los actores acaban pagando menos impuestos (subvención indirecta propia del capitalismo clientelar).
Qué es el tax lease en diez segundos
Un armador encarga un barco a un astillero, pero los barcos son carísimos así que no lo paga a tocateja. En su lugar, se crea una sociedad bajo la fórmula de Agrupación de Interés Económico, donde se meten bancos, Inditex, Iberdrola, el Real Madrid, etc. Esta AIE pone la pasta y alquila por leasing el barco a otra empresa que a su vez alquila en leasing el barco al armador. Total: el armador encarga un barco que no compra, sino que lo alquila en concepto de leasing, las empresas de la AIE desgravan, y todos contentos. Al final el precio de amortización del barco resulta un 20% más barato que pagándolo a tocateja. Esto se empezó a hacer por el año 2002 y en 2011, después de 280 barcos acogidos a esta fórmula, legal en España, Holanda denuncia que es una subvención pública encubierta. La UE les acaba de dar la razón a esos herejes y los inversores tendrán que devolver lo que no pagaron en su día (porque en su día era legal no pagarlo).
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El resultado es graciosísimo porque esos inversores, sí tienen que hacer frente a los 1.700 millones de mortadelos que se calcula que tienen que pagar, dejarán de invertir en barcos españoles durante décadas. Eso significa, directamente, el cierre de toda la construcción de barcos en España: de la noche a la mañana 80.000 empleos. Y miles más de empresas proveedoras de materiales, etc.
Almunia que, como toda la UE, nos toma por subnormales, dice que los astilleros no tendrán que apoquinar un duro. Como intentando quitar hierro al asunto. Ja, je, ji. Da igual quién tenga que poner el dinero.
¿Qué hacen en el resto de Europa?
Sobra decir que de forma directa e indirecta, nuestros competidores europeos dedican recursos públicos a la construcción de barcos. No solo mediante deducciones fiscales (como el caso del tax lease español) sino mediante "ayudas a la innovación". Entre 20 y 30 millones de mortadelos públicos anuales dedica cada país grande de la UE para la construcción de barcos por este concepto. También hay ayudas por la sostenibilidad, etc. Ah, la UE y su famosa doble vara.
Hijos de Barreras, astillero vigués. Supongo que lo sustituirán por una fábrica de Buen Rollo.
En 1970, España era la cuarta productora mundial de barcos (por tonelaje y en exportación). Venía de exportar barcos a sudamérica y ese subcontinente paulatinamente se fue al carajo (con perdón), así que España empezó a vender barcos en Europa. Mucha prisa se dieron algunos por meternos en Europa. Empezaron las famosas reconversiones industriales que en otros países salieron más o menos bien, aquí hicimos carreteras. Hay que decir que cuando España hacía muchos barcos, se tiraba dinero público a mansalva (la industria española durante el franquismo era mentalmente soviética). Pero otros países hacían lo mismo, por ejemplo, Alemania Occidental. ¿Qué ocurre hoy? Que en Europa, zona económica común, no se especializa por regiones, así que los eurócratas buscan la especialización a golpe de martillo.
En el contexto de crisis, estas cosas se pueden hacer a la cara, sin miramientos. Los españoles somos los nuevos negros. Nuestros líderes, tan avispados, siguen tratando a la UE como un cementerio de elefantes, cuando otros países competidores mandan lo mejor que tienen a las instituciones europeas. Sigamos así, que nos va de lujo.