Más de un cuarto de la población de Ucrania vive por debajo del umbral de pobreza, mensualmente miles de mujeres amenazadas por la miseria y por las mafias acaban como madres de alquiler.
Ucrania es la meca de la explotación reproductiva, más de una cuarta parte del mercado mundial del alquiler de mujeres con fines de explotación reproductiva están allí dando lugar a cientos de megagencias de subrogación legales y a dos tercios del mercado mundial de clínicas ilegales.
El negocio aporta al estado más de 3.500 millones de dólares. Por eso su gobierno no ha puesto freno a la explotación de sus mujeres y el comercio de recién nacidos a pesar de los continuos escándalos de violación de los derechos humanos, venta de bebés, o bebés que salen del país de contrabando.
Las mujeres son llevadas a barracones, de allí recogidas por las clínicas, regresan para la gestación hasta el parto o son enviadas fuera del país.
Por ejemplo, Biotexcom, una de las multinacionales más conocidas en la explotación reproductiva cuenta con búnkers a disposición de los clientes.
La guerra no ha detenido el negocio de la explotación, una situación que pone a las madres en una situación inenarrable porque a su fragilidad se suma ser trasladadas por imposición de contrato a la capital Kiev, a Odessa u otras ciudades grandes de Polonia, Alemania, Austria, Bruselas, para la facilidad y rentabilidad del negocio.
Muchas están huyendo como los demás y no se sabe nada de ellas ni de los bebés que esperan a ser vendidos por todo occidente.
Para colmo cientos de proxenetas occidentales esperan mujeres en las fronteras con el fin de raptarlas para el tráfico de blancas.
Miseria, mujeres, bebés, tráfico oculto que no cesa, armas, todo tras heroísmos falsos.