Un nuevo estudio desarrollado por investigadores de la Universidad de Oxford, concluye que los bebés muy pequeños son muy sensibles al dolor y su umbral de dolor está muy por debajo del de las personas adultas. Los resultados anulan el consenso médico en el que se asumía que los bebés muy pequeños no habían desarrollado lo suficiente el cerebro como para sentir dolor. Nos podemos imaginar entonces el sufrimiento de aquellos bebés que son sometidos a pruebas y procedimientos invasivos sin ningún tipo de analgésico o calmante, siendo tan pequeños y tan vulnerables, quizá el dolor lo perciban mucho más de lo que imaginamos.
Merece la pena recordar que en el año 2011 se desarrolló una investigación por expertos de la University College London, en la que se concluía que los bebés, o mejor dicho fetos, ya eran capaces de procesar el dolor a las 35 semanas del embarazo. Se pueden citar algunos estudios anteriores en los que se concluye que los bebés prematuros sienten mucho dolor con las pruebas que se les realizan cuando están ingresados en la UCI, sin embargo, a pesar de la documentación científica, parece que algunos especialistas médicos siguen creyendo que los bebés prematuros no sienten el dolor como los adultos.
Se trata del primer estudio realizado en el que se ha utilizado la resonancia magnética para analizar lo que ocurre en los cerebros de los bebés al ser sometidos a determinados procedimientos dolorosos, las imágenes han revelado que los bebés reaccionan del mismo modo que los adultos incluso cuando se trata de dolores que se pueden considerar leves. Evidentemente los bebés no pueden explicar lo que sienten, tampoco se puede apreciar con claridad a través de una observación visual el dolor que pueden llegar a sentir, quizá por ello se creía que no sentían el dolor del mismo modo, algo que ahora se descarta con la resonancia magnética.
También ha sido un error considerar que el cerebro no estaba lo suficientemente desarrollado como para poder sentir el dolor del mismo modo que lo sienten las personas adultas, concluyendo que en realidad sólo tenían un reflejo ante los estímulos que recibían. Gracias a esta investigación es posible ver el dolor que sienten los bebés y certificar lo que pueden llegar a sufrir cuando son sometidos a las pruebas y procedimientos habituales en los centros hospitalarios.
Hasta la década de los 80 era habitual que un bebé sufriera una operación quirúrgica y una recuperación sin ningún tipo de alivio, pero en el año 1987 se realizó el primer estudio en el que se concluía que la comunidad médica podía estar equivocada sobre cómo percibían el dolor los bebés, fue entonces cuando empezaron a introducirse analgésicos especialmente en procesos quirúrgicos complicados. Sin embargo, se siguen poniendo inyecciones, goteos por vía intravenosa y otros procedimientos sin que se alivie el dolor, de hecho, actualmente se sigue recomendando que se lleven a cabo los procedimientos más o menos dolorosos, brindando a los bebés únicamente apoyo sentimental.
Claro, que es complicado aliviar el dolor de los bebés, sobre todo porque no se sabe qué analgésicos se podrían utilizar, ya que estos fármacos podrían ser absorbidos por el torrente sanguíneo y podrían desencadenar problemas en la salud de los bebés. Seguramente a raíz de estos resultados, se desarrollarán nuevas investigaciones para intentar encontrar los remedios más eficaces e inocuos para aliviar el dolor de los bebés. Podéis conocer más detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página web de la Universidad de Oxford.
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Los bebés muy pequeños son mucho más sensibles al dolor que los adultos