Revista Atletismo

Los bloqueos: ¿por qué no avanzamos?

Por Infowod
  • “¡Uf!, no puedo lanzarme a la pared, me da muchísimo miedo”
  • “No estoy relajado, cuando quiero hacer dobles me acelero y no enlazo más de 3”
  • “Me di un señor hostión haciendo un jerk y me rompí la nariz. No he vuelto a hacer uno bien”

En el día a día de un box se suele escuchar este tipo de comentarios y pueden venir de cualquier tipo de compañero: de los que van por hobbie, de los que compiten, hasta de los coaches. Se trata de un destino que todos firmamos cuando decidimos apuntarnos a crossfit, porque, al ser un deporte tan variado, siempre va a haber algo que no logramos realizar (al menos no a la primera).

Seas el tipo de usuario que seas, si entre tus objetivos está superarte a ti mismo, es necesario empezar por plantearse lo siguiente:

  1. Responder a la pregunta “¿a dónde quiero llegar?” (hacer muscle-up en anillas, llegar a 100 kg de back squat, correr  400 m por debajo de 1’30’’…).
  2. Descubrir qué me lo está impidiendo
  3. Poner una solución acorde a mi caso.

Partiendo de la base de que tienes claro cuál es tu objetivo, vamos a poner el foco en el segundo paso. Aquí la pregunta del millón es: ¿por qué no consigo ejecutar el ejercicio?, o ¿por qué antes sí y ahora no? Cada uno tendrá sus razones, pero para acotar el mar de experiencias personales, os voy a hablar de las dos posibilidades que se pueden presentar:

  • Barreras físicas: aquí el problema es que, o bien no dispones de una técnica lo suficientemente pulida para realizar el/los movimiento(s), o bien no tienes la suficiente fuerza/movilidad/flexibilidad, pudiéndose dar ambos casos a la vez.
  • Barreras mentales: no se ven y muchas veces tampoco se sabe explicar por qué aparecen exactamente, pero en ese preciso momento te quedas en blanco y pierdes el control de tu cuerpo, siendo totalmente incapaz de realizar lo que te piden. Son comúnmente llamadas “bloqueos” y pueden suponer realmente un quebradero de cabeza.

Si tras analizar tu caso llegas a la conclusión de que tu barrera es únicamente física, muy probablemente con trabajar la técnica y/o tu condición física sea más que suficiente para solucionar el estancamiento. Pero si estamos ante un bloqueo mental, da igual que tengas una condición física excelente y que tu técnica sea digna de olimpiadas, porque el trabajo principal no va a estar dirigido a mejorar tu cuerpo o tus habilidades, sino a liberar tu cabeza.

¿Qué son los bloqueos mentales? Causas y consecuencias

El bloqueo mental es una resistencia provocada por una emoción o pensamiento que queremos evitar.  Sirve como mecanismo de defensa ante esas situaciones que pueden perturbarnos y se pone en marcha de manera automática.

La sensación de estar bloqueado se caracteriza por una falta total de control de nosotros mismos: merman nuestras funciones mentales (pensar, atender, procesar información…) y nuestros movimientos se vuelven torpes, hasta llegar al punto de no avanzar. En resumen, dejamos de ser dueños de nuestras acciones y decisiones, pudiendo caer en un círculo vicioso que no nos permitirá evolucionar.

  ¿Por qué nos bloqueamos?

Por un lado, puede ser por un periodo puntual en el que estamos muy estresados o cansados (exceso de trabajo, situaciones cotidianas, falta de descanso, sobreentrenamiento…), en cuyo caso lo mejor es no forzar la máquina y permitirnos volver a la normalidad antes de enfrentarnos a nuevos retos. O, por otro lado, puede ser por motivos relacionados con el deporte:

  • Miedo

Sensación de angustia ante un peligro real o imaginario. En nuestro caso, podemos sentir miedo a hacernos daño (caerme en el salto a cajón, que me dé un tirón en el lumbar si subo el peso en barra…) o a sentirnos juzgados (“¿hacer butterfly? Van a pensar que soy un pato mareado”, “a ver si me tocan jueces buenos en la competi o estoy fuera”…).

  • Necesidad de aprobación:

De aquí proviene el miedo a ser juzgados. Lo que ocurre es que nos obsesionamos con lo que opinan los demás (nuestro coach, compañeros, familiares…) hasta el punto de no ser objetivos con nuestro trabajo y el nivel en el que nos encontramos. Suele darse mayormente en competidores, porque dependen del juicio de otros para validar su trabajo como atletas y saben que con dar lo mejor de sí mismos puede no ser suficiente.

  • Baja confianza:

Cuando realmente no tenemos la seguridad de que algo nos va a salir bien o de que vamos a ser capaces de afrontar el reto (“no tengo fuerza para hacer fondos sin apoyar rodillas”). Nos juzgamos duramente y no valoramos los éxitos obtenidos.

  • Alta exigencia y perfeccionismo:

Ocurre cuando tenemos objetivos muy ambiciosos o cuando nos exigimos por encima de nuestras posibilidades. Nos recriminamos el mínimo fallo y no estamos conformes con lo que llevamos acumulado hasta ahora. El ejemplo más típico podemos verlo en ese compañero nuevo que no ha hecho halterofilia en su vida pero ya quiere hacer el WOD con el peso RX, desde luego muestra valentía pero nada de sentido común.

  • Presiones externas:

A veces no somos nosotros, sino los demás, los que quieren verte dar más de lo que tenías planeado. Por ejemplo, ese coach que, con toda su buena intención, te ordena quitarte la goma para las dominadas o cuando te exigen mover “x” peso en cargada, porque “para tu nivel, es lo que deberías estar haciendo”. Estamos satisfechos con lo que damos, pero nos incomoda pensar que los demás no están contentos con nuestros resultados.

  • Falta real de esfuerzo:

Si antes de entrar en crossfit eras una persona deportista, los primeros meses suelen ser la caña. No necesitas esforzarte tanto para aprender los movimientos básicos porque “de la nada” te salen, o no te supone mucho tiempo pillarlos. El problema llega cuando ya vas pesado en snatch o cuando debes hacer un complex de movimientos gimnásticos avanzados. Te sorprendes ante un nivel de dificultad al que no estás acostumbrado y eso puede provocar un bloqueo al no saber afrontar la situación.

Se pueden dar uno o varios motivos a la vez, pero las consecuencias siempre van a ser las mismas:

  1. A nivel de pensamiento: al pensar que no podemos, que será imposible conseguirlo.
  2. A nivel de emoción: surgen emociones que catalogamos como negativas: miedo, frustración, tristeza, ira… A largo plazo pueden derivar en depresión, desesperanza, baja autoestima y problemas de aprendizaje. Además, desarrollamos una actitud victimista y pesimista ante el problema, como si no dependiera de nosotros hacerlo posible.
  3. A nivel de acción y resultado: si decidimos no poner solución, directamente dejaremos de intentarlo y optaremos siempre por las opciones escaladas, lo que definitivamente implica como resultado que no mejoraremos nunca. Incluso puede que, llegado cierto nivel de desmotivación, decidamos abandonar el box.

Conclusiones: la oportunidad oculta.

En este artículo os he presentado un problema que es tan cotidiano como el hecho de calentar antes de entrenar: cuando no conseguimos realizar el ejercicio que nos exigen. En primer lugar, os hablé de las dos razones por las que esto ocurre: por cuestiones meramente físicas o como resultado de un bloqueo mental. En segundo lugar, he profundizado en este concepto de bloqueo mental, exponiendo su definición, las causas posibles de su aparición y las consecuencias que generan si no buscamos soluciones.

Aunque vivir un bloqueo mental no sea una experiencia agradable para nadie, la verdad es que detrás de él se esconde una oportunidad de aprendizaje única. Primeramente, porque te ayuda a conocerte más a fondo y saber en qué punto estás con respecto a tu avance en este deporte. En segundo lugar, porque las emociones están hechas para informarnos y protegernos de lo que ocurre o puede ocurrir a nuestro alrededor y escucharlas con atención puede ayudarnos a encontrar una solución ajustada y eficaz, convirtiéndolas en nuestras mayores aliadas.

En el siguiente artículo, os hablaré de las herramientas que pone en nuestras manos la psicología deportiva para trabajar estos bloqueos. Una vez reconocido nuestro punto flaco, ¡vamos a tope a hacerlo fuerte!


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