Revista Cultura y Ocio

Los bosnios, de Velibor Čolić

Publicado el 24 abril 2014 por Mariocrespo @1MarioCrespo
Los bosnios, de Velibor ČolićLos bosnios es sin duda alguna uno de los libros más impactes que he leído en los últimos años. Los bosnios es una bomba, un AK-47, una granada de mano, un bazuca, una explosión de literatura visceral perpetrada por un desertor de las fuerzas bosnias, alguien que, horrorizado por las atrocidades de la guerra, abandonó el ejército, fue hecho prisionero y terminó huyendo a Francia, donde, gracias a una suerte de justicia divina, Gallimard le publicó éste, su primer libro, para gozo, pero también sufrimiento, de quienes hemos tenido ocasión de leerlo.
Se trata de un libro de relatos cortos divido en tres partes: Hombres (donde encontramos historias de musulmanes, serbios y croatas), Ciudades y Alambradas, donde se describe con precisión quirúrgica, con cierta economía de palabras y en crudo, sin alardes líricos ni adornos prosaicos, los horrores de una guerra en color, de una guerra que hemos visto por televisión pero de la que aquí, en la europa occidental, no sabemos mucho.
La prosa poética de Čolić recuerda a la de Shalámov a la de David González, incluso; construida a través de retazos de recuerdo, de memorias zombis que componen imágenes terribles, de descripciones precisas que terminan siempre con un golpe final, con un giro; un balazo, una alteración repentina y radical que cambia la armonía poética del principio de cada relato por la percusión fúnebre del final. La guerra. La muerte. El expolio de la dignidad humana.
No obstante, el testimonio de Čolić sirve para honrar la memoria de aquellos hombres anónimos que perecieron, que fueron torturados, humillados y hasta empalados, y también de aquellas ciudades que dejaron de serlo cuando los serbios las visitaron desparramando ese odio histórico que funcionó como un enorme absceso. Afortunadamente, tras el humo de las balas siempre, el ser humano funciona así, queda el rastro de la reflexión, y la literatura, y los libros como éste; capaces de transmitir sensaciones horribles y, sin embargo, de necesario conocimiento.
(…) El 17 de mayo, cuando el ejército serbio entró definitivamente en Modrica, el gitano Ibro se negó a huir, pese a ser musulmán. No mostraron piedad alguna con él. Lo soldados serbios le cortaron el cuello, como a su mujer y a su hijo y, como en “tiempos de los turcos”, plantaron las cabezas sobre las estacas de la empalizada que rodeaba la casa. Según nos contaron los testigos, en el patio había, sobre la mesa, una botella de raki y café recién hecho. Para dar la bienvenida a los militares, si venían. (p. 17)
Los bosnios, de Velibor Čolić. Periférica, 2013. [Traducción de Laura Salas Rodríguez]. 120 páginas. 

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