Como se sabe, una no aprecia en todo lo que vale, al dedo meñique del pie, hasta que algo le pasa. Así, con dolor en un brazo, en el otro, o en los dos, puedo apreciar lo presentes que han estado toda la vida. No solamente son para llevar las manos a manipular los objetos del mundo, sino que son parte del equilibrio para cualquier movimiento. Se hace muy difícil entrar o salir de la cama. Simplemente, al caminar, cada paso retumba en los brazos, aunque una suponga que no los está moviendo.
Silvia Parque