Revista Medio Ambiente

Los buitres otra vez en la picota

Por Davidalvarez
Los buitres otra vez en la picota
Los buitres y otras aves carroñeras se encargan del trabajo sucio en la Naturaleza. Eliminan los cadáveres del monte y evitan de esa forma la propagación de epidemias y otras enfermedades. Hasta hace pocos años eran considerados por los ganaderos como unos eficaces aliados, que consumían las reses muertas en el campo y así les evitaban un costoso transporte hasta vertederos o incineradoras.
Pero todo cambió en el año 2001, con la detección de los primeros casos de encefalopatía espongiforme bovina y su transmisión al ser humano, lo que todos conocemos como el "mal de las vacas locas". Al año siguiente, la Unión Europea prohibió que los cadáveres del ganado quedaran en el monte e incluso prohibió que se arrojaran a los muladares donde tradicionalmente eran depositadas las reses muertas para que fueran comidas por los buitres. Esta normativa, que en teoría se puso en marcha para evitar un posible, pero poco probable, contagio de animales enfermos a otros animales, tuvo importantes consecuencias, tanto para la fauna salvaje como para los ganaderos, que vieron como se tenían que costear el traslado de los cadáveres.
Muchas especies de animales se habían beneficiado hasta entonces de ese aporte extra de alimento, no sólo las aves carroñeras, sino otras especies amenazadas como los osos. Pero los buitres leonados fueron los que más sufrieron. Esta especie habia experimentado un notable aumento de sus poblaciones en las últimas décadas y de repente, se vieron sin su mayor fuente de alimento y empezaron a pasar hambre.
El hambre hizo que los buitres perdieran el miedo y la timidez hacia el ser humano y empezaron a acercarse al ganado incluso en presencia de los pastores. Pero los buitres además de comer animales muertos se aprovechan de otros restos animales, como las placentas después de los partos y pueden llegar a matar animales heridos o muy debilitados, pero nunca a animales sanos. Este comportamiento hizo que algunos ganaderos llegaran a pensar que atacaban al ganado. Incluso se dio el caso de personas, que confundidas por el comportamiento confiado de los buitres y probablemente impresionadas por el tamaño de estas aves, llegaron a pensar que iban a atacarlas a ellas.
Tampoco hay que descartar la picaresca de algunos ganaderos, que aprovecharon el miedo y la confusión reinante para cobrar un dinero por las reses que se morían por causas naturales, como ya ha ocurrido varias veces con supuestos daños de lobos y osos. En el caso concreto de los buitres, de 1165 supuestos ataques al ganado analizados en Cataluña, Navarra, Aragón y Euskadi, más del 70% de las denuncias se desecharon porque se pudo confirmar que los animales estaban muertos antes de que los buitres los consumieran y el resto no se pudieron confirmar porque los restos estaban demasiado deteriorados para que los resultados fueran concluyentes.
Esta espiral de odio y miedo hacia estas aves ha sido en parte la responsable del incremento de los casos de envenenamientos de fauna salvaje, que no han afectado sólo a los buitres (mas de 250 aves envenenadas en los últios cinco años), sino a otras muchas especies como lobos, águilas imperiales o alimoches. Hace unos pocos días, una carta firmada por varios investigadores españoles y publicada en la prestigiosa revista Nature, denunciaba la caza de brujas contra los buitres y llamaba al diálogo con todas las partes implicadas para solucionar el problema.
A principios de mayo, la Unión Europea reconsideró la propuesta adoptada en 2002 sobre la prohibición de dejar el ganado muerto en el monte y el 25 de noviemebre de este año, se publicó en el BOE la nueva normatíva que permite de nuevo que los cadáveres pueda ser dejado en el monte para que sea consumido por las aves carroñeras. Esta nueva normativa ayudará a que los buitres dejen de pasar hambre, esperemos que entonces cesen los ataques infundados sobre esta especie.

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