Los cactus son una planta que no necesitan que estemos encima de ellos cada dos por tres, ya que además de vivir con muy poquita tierra (aunque hay de varios tamaños suelen ser pequeñitos y caber en un vaso de agua) no requieren que los reguemos cada tres o cuatro días como pasa con el resto de las flores y plantas. Esto es debido al almacenamiento que hacen del agua en sus tallos, raíces y hojas, lo cual les permite estar varios meses sin necesitar agua y soportar tremendas épocas de sequía (muchos cactus salvajes sobreviven gracias a las lluvias que caen de forma puntual y escasa).
Es por esto que
tenemos que controlar y moderar las cantidades de agua que le echamos ya que si nos pasamos en pocos días veremos como el cactus se ha vuelto blando, ha perdido su forma erguida y por tanto nos está diciendo que se está ahogando o que ya ha muerto.A pesar de ser una pequeña planta que parece que le guste estar tranquila y sin compañía (mejor no acerquemos un dedo a su superficie o podemos clavarnos una de sus punchas) es fácil que en él florezcan pequeñas flores de colores que lo adornan y aportan color al lugar. Ahora bien, no todos los cactus gozan de tan bella compañía y es por eso que en muchas floristerías podemos comprarnos un ejemplar con flores incluidas (estas son de plástico, tela o un material muy semejante al de un pétalo y pueden llegar a confundir y engañar por completo a la persona que lo esté viendo). De esta forma, no tenemos que preocuparnos por si la flor necesita más luz o más agua, ya que se trata única y exclusivamente de un atributo artificial y decorativo, sin ninguna función más que colorear y acompañar a la figura del cactus.
Y es que estas originales plantitas son idóneas para tener en casa (y aunque podemos tener grandes cactus en jardines o terrazas), los más famosos son los que tienen un tamaño pequeño (por uno o dos euros podemos conseguir un hermoso cactus que no se enfadará con nosotros si nos pasamos dos semanas sin echarle agua).