
Este sábado se calcularon cerca de 40.000 asistentes; hace casi cuatro meses, fueron 282.000 los manifestantes que salieron a la calle para protestar contra el la subida de los precios del carburante vestidos con Chalecos Amarillos.
Sus actos dejaron perplejos a toda la comunidad internacional, y recordaron a las pasadas protestas de Grecia durante el periodo del año 2010 y el año 2012, contra los planes de austeridad de un Gobierno que había anunciado recortes en gasto público, reducción de salarios y aumento de impuestos.
Los Chalecos Amarillos cargan contra la clase política que, según ellos, humilla y degrada a la población más humilde con el aumento de impuestos y recortes de los servicios públicos. Algo parecido a lo que provocaron las movilizaciones que se produjeron la Francia de aquel Mayo del año 1968. Entonces, gran parte de la sociedad francesa se veía excluida de la prosperidad debido a una gran crisis económica.
Las protestas de los Chalecos han sido violentas desde el primer día, debido a los enfrentamientos con las fuerzas del orden.
Desde hace casi 4 meses, el movimiento de los Chalecos Amarillos ha venido denunciando brutalidad debida a la respuesta desmedida de las fuerzas del orden de Macron. Y aunque el presidente de Francia admitió en un discurso a la nación que la indignación en las calles está justificada, no consigue convencer a sus detractores para que cesen con las marchas y las revueltas.
Una decena de personas han perdido la vida en las movilizaciones, muchas han resultado desmayadas por las granadas aturdidoras, incluso hemos visto cómo un Chaleco Amarillo perdió la mano tras estallarle una granada. Cada sábado, las calles de Francia se preparan para una batalla campal, los manifestantes acostumbran a hacer barricadas para combatir a la policía, llegando a usar cócteles incendiarios, y piedras como arma. Las herramientas de la policía francesa, para disuadir a los manifestantes, son las tradicionales pelotas de goma del armamento anti disturbio (también conocidas como "flashball"), granadas de humo, spray pimienta, porras y todo tipo de material considerado policial.
A pesar de perder fuerza con el paso de las semanas, tras 8.400 detenciones y más de 10.000 heridos, el concepto del movimiento se ha internacionalizado hacia otros países de Europa y del resto del mundo. Llaman a una gran movilización el día 16 de marzo, día que coincide con el fin del debate nacional convocado por Macron para calmar la ira de los franceses.
