La información está más detallada en la noticia que publicó en Marca el propio Meana al día siguiente y no tiene ningún desperdicio. Refleja muy bien quién es Mourinho. El entrenador, el personaje y, ¿la persona? Alguna de sus joyas con las que me quedo son la más macarra de todas: "Mientras sea entrenador del Real Madrid te respetaré siempre, cuando deje de serlo, serás una persona más de la calle y entonces veremos…". A día de hoy no ha habido ninguna disculpa por parte del club ni del propio Mourinho.
Mourinho, top of the pops
Los encontronazos entre la prensa y dirigentes, jugadores y entrenadores de fútbol han estado ahí desde el primer día. Y seguirán existiendo, qué le vamos a hacer. No nos ponemos de acuerdo con las noticias y a todos nos gusta opinar. A otros, los profesionales, los que más valen, les pagan por informar. Para ello puedes inventarte la noticia (un suicidio profesional) o cumplir con tu obligación: investigar, contrastar fuentes y buscar la veracidad. Eso está muy mal visto cuando lo que informas no es del agrado del otro. Y entonces viene la gresca, la jarana y el ruido mediático del que tanto se habla en la calle. Pero más allá de todo este berenjenal de dimes y diretes, existe el respeto y la valoración profesional. En ambos bandos. Mou, con esas declaraciones off the record ha puesto en entredicho la profesionalidad de un periodista sólo porque no le gustó lo que dijo, y trató de menospreciar su credibilidad de la manera más rastrera. El clásico "eres un periodista de mierda" que tantas veces hemos oído para desprestigiar una profesión que, de por sí, ya está bastante vilipendiada y perseguida por los intolerantes. Este esclarecedor post de Orfeo Suárez os puede aclarar un poco mejor a lo que me refiero.Todo este asunto me ha recordado un extraordinario libro sobre el mundo del periodismo y su relación con el séptimo arte. Hablo de "Los chicos de la prensa", de Juan Carlos Laviana. En este libro, Laviana nos muestra ejemplos de la conexión entre el Cine y el Periodismo, sobre todo entre los diferentes tipos de periodismo, y cómo esa relación es muy atractiva y ha dado ejemplos de buen cine. Películas épicas como Luna nueva, El Gran Carnaval, Ciudadano Kane o Networks: un mundo implacable son ejemplos míticos de cuán buena y maravillosa puede ser la mezcla de ambos ingredientes, y de lo apasionante que puede resultar esta profesión. El género periodístico en el cine debería ser, por sí solo, un género independiente como puede serlo el western o la ciencia ficción.
Este libro me lo regalaron unas navidades de hace miles de años, cuando empezaba a estudiar una carrera a la que acudí por vocación. La mezcla de cine y periodismo sin duda amplificaba mi, entonces, vocación y pasión por esas dos vertientes de la comunicación. Todos los hombres del presidente debería sacar miles de nuevos estudiantes de periodismo cada año, como poco. El año que vivimos peligrosamente o Territorio comanche otros tantos corresponsales de guerra. El ojo público nuevos redactores gráficos y Al filo de la noticia o El Dilema nuevos periodistas para la televisión. Además, no sólo hay películas y series que toman el mundo del periodismo como trama principal en su guión (The Newsroom, Lou Grant, Primera plana) sino también hay muchas que utilizan el periodismo como base sobre la que se construye otra historia relacionada que va más allá del trabajo en sí del redactor (Llamada a un reportero, Los gritos del silencio). Con la excusa del periodismo, el cine también nos han regalado personajes inolvidables basados en reporteros capaces de vivir aventuras de película: L.B. 'Jeff' Jefferies (James Stewart), el reportero gráfico malherido y curioso de La ventana indiscreta, Oscar Madison (Walter Matthau), el periodista deportivo malhumorado de La extraña pareja, Marcello Rubini y Paparazzo (Marcello Mastroianni y Walter Santesso) cronistas sociales de la bohemia en La dolce vita, o el cazador de exclusivas Joe Bradley (Gregory Peck) que enamoró a su alteza Audrey Hepburn en la mítica Vacaciones en Roma.
Si hasta Superman es periodista, quién mejor que él para demostrar lo que dice Manuel Hidalgo en el prólogo del libro de Laviana: "El cinéfilo y el periodista tienen algo en común: una inagotable capacidad para consumir vidas ajenas y para conservar la posibilidad de asombro." Mou ya no asombra. Como hizo él, harán otros. Vini, vidi vinci y me piro. El periodismo y la capacidad de asombro de sus profesionales seguirá siempre ahí.