Revista Opinión
El Rey Juan Carlos, representante de todos los españoles, de los ricos y de los modestos, nunca ha rechazado, que sepamos, un regalo. Sobre todo si se trata de un automóvil. Hace unos días, el Diario Español República Constitucional publicaba un artículo sobre los últimos cuatro Ferraris, cuyo precio supera el millón de euros, regalados por Abu Dhabi al monarca español, con lo que su tesoro cuenta ya con casi un centenar de vehículos. Concretamente, 73, que integran el parque móvil de la Casa Real, de cuyo cuidado y mantenimiento se encargan más de 65 funcionarios que trabajan en Zarzuela. Entre ellos, figuran los 4 flamantes Ferraris, un Maybach 57S, regalo del presidente de Daimler-Chrysler, Dieter Zetsche, dos Nissan 350Z deportivos biplaza de 280 caballos valorados en más de 40.000 euros cada uno, un Mercedes deportivo SL55 AMG, valorado en 150.000 euros, un RS6 berlina, que desarrolla 58º CV y es el Audi más potente y otros varios.
Los cuatro Ferrari fueron recibidos a finales de 2011, en una crisis que, por lo visto, apenas afecta a la monarquía, cuando no pocos de los ciudadanos se han visto obligados a vender su propio vehículo o a cambiar el ticket del metro por la bicicleta, al volver a subir las tarifas. Y el monarca sigue acaparando coches (la Casa Real cuenta en propiedad con 10 turismo, ocho motos –cuatro en Marivent y otras 4 en Zarzuela–, tres coches eléctricos, uno de carga y dos remolques de animales), aunque la mayoría del parque móvil estén adscritos al Patrimonio Nacional, como se hace con los regalos recibidos, mientras el rey aconseja en sus discursos la austeridad. La última remesa llegó en un avión de carga y los retiró la Dirección General del Patrimonio del Estado. La Casa Real española se negó a pagar los impuestos de esta donación, que ascendían a casi un cuarto de millón de euros, por lo que al final tuvo que sufragar la carga tributaria el propio donante.
Uno de sus lujosos coches, el Maserati Quatroportte, fue vendido a Arturo Fernández, vicepresidente de la CEOE y propietario de los Grupos Arturo y Cantoblanco, concesionarios de las distintas cafeterías del Congreso, la Moncloa o la Asamblea de Madrid, así como de una cadena de restaurantes que le ha hecho multimillonario, con 4000 cocineros y camareros a su servicio. Fernández, amigo íntimo del rey, tuvo que desembolsar otros 40.000 euros para homologar el automóvil, procedente del mercado asiático, a las especificaciones europeas, según la revista noticias.coches.com.
En el libro “El negocio del poder. Así viven los políticos con nuestro dinero”, Federico Quevedo y Daniel Forcada señalan cómo los miembros de la Casa Real destinan sumas de dinero para la compra de algunos caprichos y a la inversión de sus aficiones. En el caso de los vehículos de lujos de don Juan Carlos, le lleva a acumular la colección de coches en su parque móvil a cuyo mantenimiento destina, una buena parte de lo 8.896 millones que el monarca recibe de las cuentas del Estado. O las importantes cantidades destinadas a gastos de combustible del parque móvil que existe en la Casa Real, además del coste de mantenimiento del mismo.
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