Revista Moda

Los complejos y la elegancia

Publicado el 11 marzo 2011 por Pakithor
Los complejos y la elegancia
Hace años emitían un anuncio de güisqui en televisión. Era el destilado de malta más barato del mercado, entonces las estanterías de los supermercados no estaban saturadas de marca blanca. A la gente parecía darle vergüenza admitir que bebían la marca más económica del mercado. Aquel anuncio de güisqui DYC tenía como lema “Gente sin complejos”.
En cierta manera aquel comercial venía a ser un fogonazo de lo que vengo yo a contar en el artículo anterior: todo es tan sofisticado, tan retorcido y tan pseudo-intelectual –como dirían mis compañeros de la APIA-, que existe un complejo terrible a no estar en sintonía con lo que nos rodea. De ahí nacen los complejos que nos infunde, con nuestro beneplácito, esta sociedad nuestra.
Y no se trata de lo que uno consuma o use, sino de lo aparentemente refinado que sea nuestro gusto. De lo caro o rebuscado que sea lo que nos gusta para vestir. De lo extravagante que sea nuestro gusto musical. En realidad a lo que nos referimos es a lo comúnmente aceptado que está lo que comemos, bebemos, escuchamos o poseemos.
Veamos algún ejemplo curioso. Dentro del mundo de los denominados fashion bloggers, existe una categoría particularmente especial bautizada como egobloggers, es decir, personas que se ponen un outfit –o modelito- y se toman fotos para colgarlas en su blog. En principio podríamos pensar que se trata de gente “sin complejos”, porque, honestamente, hay que echarle mucho valor para colgar en Internet una foto tuya posando en plan fashion diva.
Pero la realidad, una vez más tozuda, es que este tipo odas a la autoafirmación generalmente son actos de búsqueda de la aprobación por parte del prójimo. Un detalle curioso. Los egobloggers siempre detallan al final de su shooting la marca de cada uno de los artículos que lucen. Invariablemente aparecen muchos denominados vintage, old –que viene a ser lo mismo pero con menos glamur- o similares. A mi no me cabe duda, todas esas prendas rodeadas de un halo de misterio o pretendidamente procedentes de alguna herencia familiar, han sido adquiridas en lugares innombrables: mercadillos, tiendas de propietario con los ojos rasgados, etc. Lo cual es absolutamente inconfesable para cualquier fashion victim que se precie.
Más grave aún que esta actitud en la cual puede resultar imposible no caer en ocasiones, es la que presentamos –me incluyo, por supuesto- juzgando gustos ajenos. Ante ellos –nosotros- es ante quienes debemos reafirmarnos realmente.
Yo siempre llevo conmigo un dispositivo de almacenamiento musical, el cual tiene otras funciones que no vienen al caso, lo cual me permite utilizarlo en distintos ámbitos. En la fiesta de un amigo que se acaba de mudar y no ha sacado los vinilos de las cajas, el fin de semana en la playa en donde hay un altavoz pero no hay música o en la oficina, en donde nadie se atreve a desvelar sus gustos musicales o a prestar el ipod.
Este acto de generosidad mío siempre es duramente criticado cuando desvelo algunos de los contenidos de mi reproductor. Pero yo permanezco imperturbable, conocedor de que los que me critican lo que sienten es envidia. Sí, envidia porque puedo gritar a los cuatro vientos: ¡Me gusta el reggaetón!, ¿y qué?.
P.S. Los de la foto son Wisin y Yandel. Recomiendo su éxito "Estoy enamorado".

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