El otro día estaba leyendo un libro sobre un asesino en serie que siempre mataba a sus víctimas cerca de una carretera y pensé lo bien que sonaba: "Los asesinatos de la Insterestatal 67, cerca del lago Fort Peck, al este de Columbia Falls" si lo comparamos con "Los crímenes de la E5, cerca de Torrejón de Ardoz y su piscina municipal".
Y es que, salvo honrosas excepciones, nuestros asesinos en serie no son tan apasionantes como los de allí. Nosotros tenemos especímenes como el "mataviejas", o el asesino de mendigos, pero lejos quedan los sociópatas a lo
Mentes Criminales, esos asesinos despiadados que dejan una hilera de cadáveres en moteles de dudosa reputación, hombres y mujeres de carácter apacible que actúan silenciosamente durante veinte años, esperando a que el detective novato se tope por casualidad con la pista definitiva y empiece a atar cabos. Seguir leyendo