Revista Filosofía

Los derechos de autor no existen.

Por Juanferrero
"Los derechos de autor no protegen las ideas, sólo su expresión o fijación."
Esta frase deja bien claro que las ideas no necesitan protección, sino que se las use. Otra cosa es la expresión que inevitablemente tienen que adoptar tal idea. Si una idea no se expresa, no fija una forma, unos contornos que la haga reconocible no es una idea, ahora bien, los contornos la forma no es más que el residuo necesario, que tanto esfuerzo ha costado al autor, pero que inmediatamente que ha alcanzado una forma, como ta,l tiene un valor relativo, el Moisés de Miguel Ángel vale lo que vale el mármol, hoy en día podría valer lo que vale hacerlo en una impresora 3D. Sólo lo tiene para otro capaz de ver, entender la posible idea que encierra tal forma. 
Una idea que no es expresada no es una idea, pero una idea que, aún siendo expresada, no es leída, vista, escuchada, pensada tampoco es una idea, por tanto la autoría de aquelllo que ha sido expresado sólo puede darse entre alguien que dice y el que lee, el mismo acto de creación es esto, una recreación. La etimología de autor refiere a agrandar, ensanchar los límites de la expresión de la idea. 
Parece pues, que los derechos de autor tienen que ver principalmente con la capacidad de reproducir no la idea sino la expresión, esto ocurre inicialmente con la imprenta, pero hoy en día la capacidad de reproducción asociada a los ordenadores y la telemática, desborda la capacidad de control de lo que no es otra cosa que un sucedáneo. Las ideas no pueden poseerse su naturaleza es pública, es imposible tener una idea privada, la expresión de las mismas sólo es privada en la medida que un individuo tiene una objeto, un libro, un cuadro, un archivo digital, etc.
Está claro que producir esa expresión de lo que es una idea conlleva mucho esfuerzo y gasto, pero el resultado sólo es propio en tanto que no se ha divulgado, la copia de ese resultado no puede restringirse, el único derecho que tiene el autor, de ese producto es que se identifique como tal al autor, y que no sea otro el que diga que ese producto tiene como origen el mismo y no su autor original.
Se dirá que esta forma de ver las cosas elimina los incentivos de los creadores, pero esta forma de ver las cosas sólo intenta apuntar a la diferencia entre público y privado. Y un producto que se exhibe públicamente, si se puede registrar, si puede reproducirse la copia que se hace es de otro autor original, él, aunque no refleje más que la idea de que aquello que se me presenta debe ser conservado.
La única manera de preservar el derecho de autor es no haciendo público el producto del trabajo que expresa una idea, pero esta no tendrá más límites que los del propio autor leyendo, revisando, escuchando su propio producto. Cualquier exposición pública la forma que adopte tal idea no puede apropiarse nadie. Un argumento más sería, entonces, nadie pagaría por el producto que le ofrece el autor, pero esto no es relevante para nuestro problema. Esta disquisición no pretende arreglar la economía mundial, sino afirmar que por muchas vueltas que le de no veo forma de saber que significa derecho de autor. El único derecho de autor que se me ocurre es el derecho de crear, pero no el derecho sobre lo creado, sí sobre el producto, pero como propietario de un objeto concreto (libro, cuadro, partitura, archivo digital...).
Un Homo erectus no puede reclamar la autoría de su bifaz, lo que si debe es velar por los bifaces concretos que posee. Un Homo erectus nunca tuvo la idea de bifaz al margen del bifaz existente. Las ideas pueden distinguirse de su expresión, pero sólo porque tenemos una gran cantidad de otras ideas expresadas que permiten con sólo expresiones, diferenciar la idea de la expresión, pero ejercitar estas ideas sólo es posible si somos conscientes de esta cuestión. Las ideas pueden ser lo más valioso pero su expresión valen más bien poco, y sólo es gracias esta expresión de poco valor que sabemos del gran valor de las Ideas (léase el Parménides de Platón).

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