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Los dioses tienen sed (1912), de anatole france. el sueño de la razón.

Publicado el 16 septiembre 2024 por Miguelmalaga
LOS DIOSES TIENEN SED (1912), DE ANATOLE FRANCE. EL SUEÑO DE LA RAZÓN.Évariste Gamelin, el protagonista de la novela, es un hombre puro y austero, tanto que acepta con entusiasmo su militancia en los jacobinos durante la época del Terror. Lo paradójico de Gamelin es que se trata de un buen hombre corrompido por una situación política que lo hace tornar en un monstruo insaciable que, como el sistema al que representa, necesita grandes cantidades de sangre derramada para seguir alimentándose. Como miembro del Tribunal Revolucionario para el que ha sido nombrado, Gamelin no conoce la piedad. Todo acusado es culpable y debe ser guillotinado en pos de la pureza de la Revolución, en pos de una utopía que debe ser cimentada sobre los cadáveres de sus enemigos. Ni siquiera cuando se enfrenta a la tesitura de salvar a la pareja de su hermana es capaz de ser flexible. Sus fanáticas ideas son una sólida roca y acabará muriendo por ellas si es preciso.

Los dioses tienen sed constituye un magnífico retrato de la vida cotidiana en los días más duros de la Revolución Francesa, aquellos en los que nadie se sentía a salvo, casi todo el mundo pasaba hambre y los ejércitos enemigos parecían poder penetrar en el corazón de Francia. El nuevo credo revolucionario quiere sustituir a toda prisa los antiguos dogmas del cristianismo y la monarquía y quiere sustituirlos por nuevas ideas que inevitablemente devendrán en un nuevo dogma que alimenta la intolerancia por cualquier otro sistema de pensamiento. Los héroes aquí no son intelectuales, sino fanáticos del nuevo orden que sacrifican su tiempo y sus escrúpulos para ir eliminando uno a uno a los enemigos de la Revolución. Algo muy parecido a lo que sucedió en los años treinta en la Unión Soviética de Stalin.

La novela de Anatole France se alimenta de numerosas lecturas que tienen su origen en la librería especializada en Revolución Francesa que regentaba su padre. Aquí se plasman magistralmente la ceguera moral y la obcecación criminal que dio lugar a uno de los procesos históricos más decisivos, hoy valorado como el comienzo de un nuevo mundo dotado de libertades y derechos para todos los ciudadanos, pero del que es necesario conocer sus procedimientos más inmorales. No es por nada que la principal imagen que nos viene a la cabeza cuando pensamos en esta época sea la de una guillotina.


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