No sabemos nada de ellos… solo que vienen del Valle de Uco, más concretamente de El Peral. Un viñedo de unos 20 años. Ambos son un misterio en todo sentido. Variedades, vinificación y maderas son algunas de las incógnitas que disparan. Sabemos que uno es joven y otro no, que ambos son obra se Eduardo Vidal, que su producción es muy baja y que sus nombres tienen que ver con Soda Stereo. No hay ni un solo detalle librado al azar en su vestimenta. Una negra y otra blanca, están diseñadas como para ir de bodas…
Hace muy poco que salieron al mercado estos dos ESPÍAS y no veíamos el momento de poder probarlos. Lo hicimos, los compartimos con amigos, nos acompañaron durante las fiestas y fueron parte de un comienzo de año que esperamos sea estupendo…
Buen comienzo. Intrigante. No se da una ruta a la que nuestros sentidos deban seguir, todo es libre. Primera vez que la etiqueta no me da órdenes de qué debo encontrar en tan sustancioso jugo.
Color intenso y con mucha luz. Cuerpo firme. Esencias y aromas que van apareciendo de a poco, suaves. Azúcares que dejan huellas. Frutas, y si espías y miras el fondo, la uva se destaca.
Liviano y sabroso. El alcohol necesario para volar.
A nosotros nos llevó al trabajo del hombre, nos vinieron a la mente dos cosas: las manos y los racimos.
Esta descripción es de Sandra y Juan, amigos vinófilos como nosotros que disfrutan del buen beber y hasta escriben cuando el vino los provoca. Nos la mandaron en un correo…nos gustó tanto que así, como estaba, la compartimos. Refleja perfectamente esta joven creación.
EL ESPÍA GRAN FINAL
Color rojo violeta profundísimo, oscuro, casi negro. Vivo, brillante… Glicérico, de gruesas piernas y mucho pigmento. En la copa anuncia lo que se va a venir.
Su nariz es cambiante… necesita aire para expresarse con fuerza y libertad. Pero hay mucha complejidad. Al comienzo ofrece un golpe hermoso de notas minerales (grafito, piedras, tiza). Dominan la escena y enamoran… Luego aparecen los aromas a frutas de carozo como la ciruela negra, especias y chocolate negro…
En boca demuestra lo que se presume en la copa. Hay estructura, intensidad, mucho cuerpo… es franco con el olfato y equilibrado. Las notas minerales destacan, hay frescura en buena dosis y frutos negros bien marcados. La madera forma parte del espectáculo pero como actor secundario… no es protagonista ni interesa que lo sea. Los taninos están un poquito secantes aún (con algo más de estiba estarán redondos) pero su acidez hace que su paso por el paladar resulte ágil y sumamente placentero.
En este ESPÍA GRAN FINAL, al igual que con su Nube Negra, Eduardo Vidal habla a las claras del tipo del vino que le gusta hacer y con el cual se identifica plenamente. Vinos rotundos y modernos. De gran concentración, llenos en boca y de grado alcohólico alto (15,3%) a pesar de que no resulte cálido en ningún momento. Sin bien ya está para ser disfrutado, se puede guardar perfectamente un par de años.
A nuestro criterio y dejando de lado la amistad que nos une —que puede dar lugar a posibles subjetividades cuando uno intenta ser neutral con un producto— creemos que estas dos nuevas etiquetas terminan de consolidar a Eduardo Vidal como un gran enólogo. Lo decimos por varias razones. La primera y más elemental para los consumidores comunes —como es nuestro caso— es porque sus vinos son ricos. Segundo porque con estas dos nuevas creaciones ha demostrado mucha claridad en su “hacer” y mantiene una idea conductora común y muy homogénea en todas sus líneas y, tercero, quizá lo más importante, es que tienen una RPC de Buena a Muy Buena. Qué más decir?
"Este gran vino es un poderoso misterio.
Fue pensado para aquellos que se atrevan
a descubrir todos los secretos:
QUÉ? DÓNDE? POR QUÉ? CUÁNDO?
CUÁNTO? QUIÉN? CÓMO?
Lo único que sabrás es el PARA QUÉ?
Este vino fue hecho para compartir buenos momentos de la vida.
Animate, develá, descubrí, buscá, divertite que la vida
es un gran juego y con la copa llena vos, serás el espía... "
Gracias por leernos amigos.