En la revista eNeuro (PDF) se ha publicado una investigación experimental que revela que las personas tienden a recordar de manera más efectiva eventos individuales cuando están sometidas a situaciones de estrés en comparación con aquellas que no experimentan condiciones estresantes. No obstante, se observó que su capacidad para recordar las secuencias cronológicas de los eventos durante períodos de estrés fue inferior.
Los recuerdos traumáticos, generados en situaciones de estrés extremo, se caracterizan por ser excepcionalmente vividos y propensos a ser recordados de manera involuntaria, manifestándose como recuerdos intrusivos. Estos recuerdos suelen presentar fragmentación e incoherencia. Los expertos explican que las modificaciones en la memoria están vinculadas a la respuesta fisiológica desencadenada por la noradrenalina y los glucocorticoides en el área prefrontal y en las regiones temporales del cerebro.
La investigación
Los autores de este estudio buscaban comprender mejor cómo el estrés afecta la formación de recuerdos. Para abordar esta pregunta, plantearon la hipótesis de que el estrés favorece la formación de recuerdos que aumentan la retención de eventos de manera individual, sin procesar la asociación entre ellos.
Para investigar los mecanismos cerebrales involucrados en este proceso, utilizaron la espectroscopia infrarroja en el área prefrontal dorsolateral y en el giro temporal inferior, ya que estas regiones son directamente influenciadas por el estrés.
En total, participaron 126 adultos sanos de entre 18 y 35 años, asignados aleatoriamente a dos grupos: uno sometido a situaciones de estrés y otro que actuó como grupo de control. Simultáneamente, los participantes realizaron pruebas de depresión, ansiedad y estrés crónico, proporcionaron muestras de saliva para evaluar los niveles de cortisol (hormona del estrés) y fueron sometidos a pequeñas descargas eléctricas en las piernas, sin conocimiento de los participantes.
Durante estas actividades, se les presentaron imágenes de lugares al aire libre, y se les pidió a los participantes que determinaran la ubicación geográfica (hemisferio norte o sur) de cada lugar. Mientras el grupo de control procedía como de costumbre, a los participantes del grupo de estrés se les informó que recibirían descargas eléctricas por respuestas incorrectas, las cuales se administraban independientemente de la corrección de sus respuestas. Tras un bloque de prueba de 2.5 minutos, se retiraron los electrodos, y se repitieron ocho bloques adicionales, replicando el procedimiento del primer bloque.
Durante estas tareas, los investigadores recopilaron información sobre la activación cerebral y monitorearon respuestas fisiológicas como la actividad electrodermal, la presión sanguínea y el ritmo cardíaco.
En la segunda fase, los participantes se ubicaron en una habitación diferente para mitigar la influencia de las señales ambientales en la memoria (efectos de la memoria dependiente del contexto). Repitieron las evaluaciones de ansiedad y estrés, proporcionaron muestras de saliva e informaron sobre la calidad y duración de su sueño de la noche anterior. Luego, los investigadores les mostraron una serie de imágenes, incluyendo 360 de la primera jornada y 180 nuevas, pidiéndoles que calificaran en una escala del 1 al 4 si reconocían cada imagen del día anterior y cuál era su nivel de confianza en su respuesta.
Resultados
Los autores de este estudio buscaban comprender mejor cómo el estrés afecta la formación de recuerdos. Para abordar esta pregunta, plantearon la hipótesis de que el estrés favorece la formación de recuerdos que aumentan la retención de eventos de manera individual, sin procesar la asociación entre ellos.
Para investigar los mecanismos cerebrales involucrados en este proceso, utilizaron la espectroscopia infrarroja en el área dorsolateral prefrontal y en el giro temporal inferior, ya que estas regiones son directamente influenciadas por el estrés.
En total, participaron 126 adultos sanos de entre 18 y 35 años, asignados aleatoriamente a dos grupos: uno sometido a situaciones de estrés y otro que actuó como grupo de control. Simultáneamente, los participantes realizaron pruebas de depresión, ansiedad y estrés crónico, proporcionaron muestras de saliva para evaluar los niveles de cortisol (hormona del estrés) y fueron sometidos a pequeñas descargas eléctricas en las piernas, sin conocimiento de los participantes.
Durante estas actividades, se les presentaron imágenes de lugares al aire libre, y se les pidió a los participantes que determinaran la ubicación geográfica (hemisferio norte o sur) de cada lugar. Mientras el grupo de control procedía como de costumbre, a los participantes del grupo de estrés se les informó que recibirían descargas eléctricas por respuestas incorrectas, las cuales se administraban independientemente de la corrección de sus respuestas. Tras un bloque de prueba de 2.5 minutos, se retiraron los electrodos, y se repitieron ocho bloques adicionales, replicando el procedimiento del primer bloque.
Durante estas tareas, los investigadores recopilaron información sobre la activación cerebral y monitorearon respuestas fisiológicas como la actividad electrodermal, la presión sanguínea y el ritmo cardíaco.
En la segunda fase, los participantes se ubicaron en una habitación diferente para mitigar la influencia de las señales ambientales en la memoria (efectos de la memoria dependiente del contexto). Repitieron las evaluaciones de ansiedad y estrés, proporcionaron muestras de saliva e informaron sobre la calidad y duración de su sueño de la noche anterior. Luego, los investigadores les mostraron una serie de imágenes, incluyendo 360 de la primera jornada y 180 nuevas, pidiéndoles que calificaran en una escala del 1 al 4 si reconocían cada imagen del día anterior y cuál era su nivel de confianza en su respuesta.
Referencia: Grob AM, Ehlers D, Schwabe L. Strong but Fragmented Memory of a Stressful Episode. eNeuro. 2023 Sep 6;10(9):ENEURO.0178-23.2023. doi: 10.1523/ENEURO.0178-23.2023. PMID: 37640540; PMCID: PMC10484358.
Fuente: PsyPost